Estamos comenzando a vivir una época diferente
Editorial #341 – Un nuevo mundo
El viernes dos personas que no podían ser más contrapuestas centraron la atención del mundo. El ahora ex presidente Barack Obama le entregó el poder a quien asumió como el 45to Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. En esa imagen, no solamente estaban dos personajes con procedencias totalmente diferentes, sino también dos líderes con visiones de su país y del mundo completamente opuestas.
Si bien el resultado de las elecciones estadounidenses refleja claramente el descontento de la clase trabajadora de ese país, también vale la pena analizar que Trump no ganó en ninguna ciudad que tenga más de un millón de habitantes. En todas los grandes centros económicos, financieros y académicos –Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Chicago, Boston, etc.- salió derrotado. Ese es un hecho que debe ser estudiado, no solamente en el país del norte, sino también en otros países en el que ese fenómeno puede también estar presente y, en algunos casos, oculto. ¿Qué tipo de descontento se está cultivando en los lugares más alejados? ¿Cuáles pueden ser sus consecuencias? ¿Cómo podemos enfrentarlo?
Existen otras latitudes en las que esto ya se está manifestando. En un libro que acaba de ser publicado en Francia, el presidente François Hollande alerta sobre lo que pasa en el mundo y lo califica como una “desviación populista” que debe preocuparnos. En los últimos meses lo vimos también en Gran Bretaña con el Brexit, en Italia con la derrota de Matteo Renzi en el referendo por su plan para reformar la Constitución y que significó su salida del poder, en Alemania con la contundente derrota de Angela Merkel en las últimas elecciones locales y en otros países donde el discurso populista ha ganado fuerza.
Además, la tensión mundial no solamente se centra en lo político o en lo comercial, sino también en lo militar. Cada vez son más fuertes las versiones de que los rusos buscan invadir los países bálticos, mientras la crisis entre Estados Unidos y China también tiene una creciente tensión debido a que los chinos pretenden lograr soberanía en el Mar de China, algo a lo que los estadounidenses se oponen de manera tajante. Por razones obvias, esto mantiene alerta no solamente a los países involucrados, sino a toda el mundo.
Mientras tanto, las tensiones en el plano económico pudieran significar el fin de una época. Quizá es muy temprano para afirmar que la globalización y la integración mundial han llegado a su final, sin embargo, podemos estar seguros de que su auge se acabó. Los ejemplos más recientes de esto son el Brexit, la llegada al poder de Trump y el fortalecimiento del dólar, que tiene y tendrá como consecuencia más inmediata el retroceso en el comercio libre mundial.
A lo largo del mundo estamos viendo expresiones de la misma tendencia: nacionalismo en lo político, proteccionismo en lo económico y anti inmigración en lo social. Ha llegado el momento de preguntarnos si lo que está en crisis es la manera en la que el mundo se organizó después de la caída del comunismo o, incluso, el orden establecido después de la Segunda Guerra Mundial, incluidos los roles del Fondo Monetario Internacional, el del Banco Mundial e, inclusive, el de la Unión Europea.
Nadie puede estar seguro de lo que el futuro nos depara para los próximos años, pero sí podemos afirmar con suficiente certeza que estamos comenzando a vivir una época diferente a la de las últimas décadas.
Estamos comenzando a vivir en un nuevo mundo.
- Brasil: dos certezas y dos incógnitas - 3 octubre, 2022
- Editorial #705- Recalculando - 21 junio, 2022
- Editorial #703 – Sorpresas que no sorprenden - 30 mayo, 2022