Moonlight: en contra de los prejuicios
No todos han recibido con alegría el hecho de que “Moonlight” haya ganado el Oscar a “Mejor película”. La preferida de este año era claramente “La La Land”, un musical que ha conmovido a sus espectadores y que además no es nada convencional. Sin embargo, la Academia ha querido premiar esta película con una temática social de peso, y que además, tiene un discurso políticamente correcto con el que le conviene coincidir.
Todos recordamos la polémica del año pasado por los #OscarsSoWhite. En ese entonces, se criticó que no hubiera suficientes artistas de color nominados en todas las categorías. Así que en ese contexto, este año gana una cinta que propone el tema de la homosexualidad en la comunidad afroamericana de Estados Unidos, y son elegidos mejores actores de reparto Viola Davis y Mahershala Ali. Así que por parte de la Academia, todo correcto.
¿Merecía “Moonlight” ganar el Oscar?
Estar inconformes con los resultados de tan importante premiación en el mundo del cine, es ya un hábito para muchos, entre los cuales me incluyo. Siempre va a ser discutible qué cinta debería obtener el título de “Mejor película” porque son muchos los factores que entran en juego. Y no siempre la preferida del público es la elegida.
De todas formas, el mérito de “Moonlight” es hablar de un tema que merece la pena tocar para combatir la homofobia que lamentablemente todavía existe. También es relevante el contexto en el que se desarrolla la trama. Sus personajes viven en Liberty City, una de las zonas más peligrosas de Miami, en la que el tráfico de drogas y la violencia están a la orden del día. Y ser homosexual en un ambiente así, es una experiencia muy difícil.
Si por otra parte, analizamos la cinta como una pieza cinematográfica, hay algunos elementos que no convencen del todo. El ritmo es lento –lo cual no es un aspecto negativo por sí solo-, pero hacia la mitad del film perdemos interés en las escenas porque pareciera que ya no están ocurriendo tantas cosas.
El desarrollo de los personajes nos deja con ganas de saber más. Tienen la virtud de ser ambiguos, por lo cual son muy reales. Es decir, ni siquiera aquellos que les hacen daño a otros son del todo malos. Sin embargo, a veces podemos sentir que nos hace falta más información, sobre todo con Chiron, el protagonista. Por ser un personaje introvertido, muchas veces no podemos saber cuáles son sus pensamientos, porque ni él los expresa, ni la película hace uso de recursos audiovisuales para darnos pistas.
La vida de Chiron, en tres partes
“Moonlight” divide sus tres actos en las tres etapas de la vida de Chiron. En su infancia, vemos las dificultades que tiene para entenderse a sí mismo y para sobrevivir a un entorno que lo rechaza, incluyendo su colegio y su propia casa. Con la adolescencia sus problemas van en aumento, mientras que va descubriendo su sexualidad. En su edad adulta, vemos como se ha adaptado y encontrado mecanismos de defensa a tanta violencia.
“Moonlight”, una realidad con la cual identificarse
El guión es una adaptación de su director Barry Jenkins de la obra de teatro de Tarell Alvin McCraney, “In Moonlight Black Boys Look Blue”. El escritor estadounidense refleja en su obra su experiencia personal. Además, tanto Jenkins como McCraney, crecieron en Liberty City. Así que es inevitable que éste haya sido un proyecto sumamente personal para ambos. Probablemente, esta intimidad se vea reflejada en la gran pantalla, y lograr así conmover al espectador.
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