Claps, guerra y parampanpan

La Sundde aseguró que las panaderías no serán expropiadas

Hace poco se cumplió un año desde que los Comités Locales de Abastecimiento y  Producción entraron en el panorama de la economía venezolana. Hay que decir, que las bolsas (o cajas), podrían  haber sido una buena política si se enfocaban como un programa dirigido a complementar la alimentación de los  más necesitados, pero no… la apuesta es mucho más elevada y riesgosa: sustituir las cadenas formales de distribución y afianzar las expropiaciones como política de Estado.

Además de alimentos, en los Clap, se reparte una buena ración de falacias. El nuevo caballo de batalla por la soberanía alimentaria, resultó ser más regional que local, y nada productivo: Pasta, Leche, azúcar y otros productos viajan desde Brasil, México, o Panamá para aterrizar en las mesas de los venezolanos a voluntad del mencionado comité. Tin Marín de do pingue…  el último zarpazo se lo dieron a las panaderías, con el apoyo de la Sundde y su  plan 700.

El superintendente de los derechos socioeconómicos, William Contreras, declaró que la ocupación de los establecimientos (por la fuerza, bajo amedrentamientos,  y sin mediar palabras), será  una medida de carácter temporal. Luego de 90 días,  los panaderos podrán volver a poner las  manos en la masa (si  disponen de ella), habría que  decírselo a los que se apropiaron de Mansión Bakery, quienes con colorinches y grafitis no tardaron en cambiar su nombre. Ahora, al local ubicado en plena avenida Baralt, se presenta a los transeúntes como la Minka, ¿por qué molestarse en renombrar un local que será devuelto a sus legítimos dueños?         

Las expropiaciones de cara a la guerra del pan, es la respuesta  del primer mandatario a un gremio que  tildó de hipócrita y malvado.  En reiteradas ocasiones los panaderos, desde organizaciones como Fetraharina, han tratado de llamar la atención sobre los inventarios de trigo, la semana pasada volvieron a hacerlo. Fevipan declaró en rueda de prensa que se requieren 120 mil toneladas del dorado cereal, y pidió un dialogo con el gobierno, quien inflexible, mantiene sus acciones del lado de la improvisación y la arbitrariedad.

El Estado pide a los panaderos destinar el 90% de la harina a la producción de pan salado, mientras el 10 por ciento restante puede utilizarse para hornear dulces tortas y cachitos, de igual manera prohíbe la venta e intercambio de rubros, exige el abastecimiento  a toda hora del primo cercano de la arepa y rechaza las aglomeraciones a las afueras de los comercios. Dicho sin medias tintas, es una canallada de su parte, castigar a los panaderos por tratar de ganarse la vida, endilgándoles  tareas en la  que ellos mismos han fracasado, por eso, seguirán las colas y el pan saldrá con poca frecuencia.   

Los Claps y  su irregularidad   en la distribución de los ínfimos cargamentos de comida,  se manifiesta de dos formas: la discreción a voces con que  se anuncian, (sobre precio incluido), en el mercado paralelo, hasta una demostración de filantropía: 100 mil cajas para la hermana república de Perú, ¡lo hacemos porque podemos! y esta vez no se trata de injerencia, es ayuda humanitaria.

En 1984, George Orwell evoca una sociedad distopica y férreamente controlada, en la que el ministerio de la abundancia informa a los prósperos ciudadanos del partido, que se han superado todos los records en la producción de rubros esenciales, todos ellos distribuidos equitativamente.  De este lado de la ficción, encontramos un sistema, que en solo un año se ha expandido más allá del terreno alimentario para ofrecer: juguetes, productos de limpieza y ¡pare usted de contar!, múltiples e ilícitas minas de oro y corrupción. Si usted no me cree, hable con los dueños de Kreisel, o sin ir muy lejos fíjese en el millar de cajas que se pierden en la frontera con Colombia.

Las medidas del Gobierno desaparecen  productos, atacan  y satanizan al sector privado infografía Cedice Libertad

 

El  programa de las bolsitas, fue calificado por el economista español y asesor de Maduro, Alfredo Serrano, como parte fundamental del nuevo “orden económico”. Todo eso suena a la permanencia de una medida que inicialmente surgió para atender   circunstancias puntuales. El Estado ha hecho del hambre y la escasez, eficaces mecanismos para mantener el control político, de la misma manera, asegura que somos víctimas de una cruenta ofensiva que proviene de todas partes.

Otro  elemento resaltante en la novela de Orwell, es la ideología que promueve el gobierno de Oceanía.. La guerra es la paz, y la libertad es la esclavitud,  cualquier parecido con la realidad…  juzguen ustedes, pero lo cierto es que  al oficialismo le resulta poderosamente conveniente mantener y radicalizar los Claps para aumentar así la dependencia del pueblo hacia ellos, igual que es  una estrategia reiterativa, el tratar de mantenernos ocupados  y vigilantes antes cientos de posibles enemigos.

La crisis en el sector panadero no perdona ni siquiera las cuestiones de la fe, tampoco hay harina para preparar las hostias de la liturgia, ¡a dos pasos de la semana santa!, acaso ¿las iglesias que no ofrezcan el sacramento, en todas las misas  también serán tomadas por los Claps?

las protestas llegaron a la sede del Sundde. Foto cortesía de twitter

La incertidumbre se hace sentir, en los dueños y  empleados de los comercios intervenidos, en los panaderos que cacerolearon Miraflores y los ciudadanos que protestaron en la avenida Baralt. Acción y fe son virtudes necesarias  en estos tiempos convulsos, pero incluso el “danos hoy nuestro pan de cada día”, presente en el padre nuestro, adquiere hoy un doble y perverso sentido.     

Kevin Melean
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