Reverol me echó las cartas
Me lo reveló todo. Entré a su cuartico y allí estaba, vistiendo una batola y fumando un habano. Me hizo sentar frente a una mesita. Tenía una bola de cristal y un mazo de barajas. No quiso tocar mi dinero. Solo me pidió transferirlo a una cuenta a nombre de un testaferro suyo.
Comenzó a soltar baraja tras baraja. Los ojos se le volteaban y de vez en cuando temblaba como un epiléptico. Comenzó a hablar. Disimuladamente encendí mi grabador. No quería dejar nada por fuera. “El autor de la muerte de Paola Ramírez en San Cristóbal es militante del partido de María Corina… Ramón Muchacho mandó a quemar sus camiones”, dijo. Eso lo sabía, pero no quise interrumpir su intenso trance. A partir de ahí, una fuerza sobrenatural lo elevó del suelo y comenzó a flotar frente a mí, mientras un aura roja rojita lo rodeaba. Atemorizado, me agarré firme las rodillas, tragué grueso y seguí escuchando.
Reverol comenzó a hablar, pero de su boca salía otra voz. Era la del Comandante Eterno. El cuerpo solo era un médium por el cual fluía esta intensa energía. “Reuben… abre bien los ojos… las ballenas… ésas las maneja Lilian Tintori”. ¡Claro! ¿Por qué nunca se le moja el pelo en las marchas? Reverol se había ganado mi credibilidad. “Las tanquetas… adentro de ellas está Leopoldo… por eso nadie lo ha visto”. ¡Obviamente!
“Los Piquetes de la Guardia”. Hizo una pausa. “Los Guardias de los piquetes en verdad son Miguel Pizarro y Freddy Guevara… pero a veces juegan a que Miguel es Freddy y Freddy es Miguel. Hay puntos en donde la barba no les deja saber quién es quién”. Ahora todo este macabro juego político de la oposición iba cobrando sentido.
Sabía llegaría el momento de hablar del punto incómodo: los colectivos. Casualmente se escuchó una moto pasando afuera. Eso lo hizo más místico. “Los colectivos son Julio Coco y su equipo de trabajo, que se encapuchan”, dijo. Claro, solo alguien con esa energía es capaz de amedrentar así, pensaba yo.
En un instante, el cuerpo de Reverol se desplomó sobre la mesa. Ahora volvía a ser él. Pensé habría terminado la magia, cuando me miró fijamente a los ojos, me agarró por la pechera y me dijo: “¿Quieres que te hable de los pesados, verdad?”. Asentí con mi cabeza, asustado. Entonces comenzó a soltar más barajas. “Tareck El Aissami… él en verdad no es él”. Ok, aquí la cosa comenzó a enrarecerse. “Tareck es Capriles maquillado”. Quedé boquiabierto. Mi mente comenzó a hacer conexiones a montón en solo cuestión de segundos. “Mario Silva en verdad es un muñeco controlado por Ramos Allup”. Con esto, Reverol develaba ante mí el sentido de la vida. Ya podría morir en paz. “El Potro es Chuo Torrealba”. ¡Obviamente! “Diosdado es Tomás Guanipa intervenido… Tibisay es Liliana Hernández… Roque Valero es Nacho… Iris Varela es Julio Borges con una peluca… Hermánn Escarrá son David Smolansky y Carlos Ocariz envueltos en un flux manejando una cabeza”.
En ese momento me levanté, ofuscado, y grité: “¿Y tú? ¿Quién eres tú, maldito?”. Reverol se quitó una máscara… era Juan Requesens… Juan se volvió a quitar la máscara… era José Rafael Guzmán… José Rafael atravesó su brazo sobre la mesa, me agarró el cuello, insertó sus dedos en mi nariz y me quitó la máscara. Yo soy Maduro. Fin… y Fina.
- Entrevista al arbolito de Navidad - 19 diciembre, 2024
- Carta de Santa al mundo - 4 diciembre, 2024
- Materias que deberían dar en el colegio - 21 noviembre, 2024