El liderazgo opositor tiene un desafío del que puede depender el éxito de la protesta
Editorial #358 – Un solo frente
En Venezuela estamos viviendo días históricos. Como siempre que le ha tocado a una nación enfrentar grandes retos, requieren de mucho compromiso ciudadano, coraje y perseverancia.
Los venezolanos desde hace más de 50 días lo demuestran con hidalguía en las calles del país. Aprendieron a superar la barrera que tenía a muchos de ellos paralizados: el miedo. Ahora, conscientes de que están en un punto que no tiene vuelta, saben que la apuesta es muy alta: se juegan la libertad de su generación.
Aunque este movimiento ciudadano ya tiene su propia fuerza -y es absolutamente cierto que a esta altura de la protesta sería muy difícil que la dirigencia política pueda pararlo-, necesita una conducción que permita organizarlo y lograr sus objetivos con el menor costo posible. Requiere de un liderazgo político que esté a la altura de las circunstancias, uno que sepa vencer las mezquindades y los cálculos egoístas que, aunque son normales en la política, hoy deben hacerse de lado.
La protesta en Venezuela es inédita porque le pertenece a la gente. Es cierto que para arrancar y crecer eso ha sido suficiente, pero estamos llegando al momento en el que los desafíos que se presentan necesitan de liderazgos que puedan responder a ellos.
Es por eso que ahora más que nunca el liderazgo opositor tiene enfrente un desafío del que puede depender el éxito de un fenómeno que sorprende al mundo y que muchos definen como uno de los primeros movimientos de rebelión popular del siglo XXI. No solamente tienen la obligación de mantenerse unidos, sino también de lograr construir un acuerdo político que sume a todos los sectores –incluso a los chavistas descontentos- y que sea la base de un proceso de cambio sostenible y efectivo.
Preocupa, por eso, ver que en momentos tan definitorios como éste, existan aún en la oposición algunos dirigentes que no sean capaces de ceder en sus posiciones y comprender que el país demanda que no actúen como candidatos en campaña, sino cómo líderes y estadistas.
En esta hora, lo correcto es dejar las mezquindades atrás y construir un frente que permita concretar el cambio por el que millones luchan en las calles.
Un solo frente.
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