Un mes relativo
Las leyes físicas se transforman cuando se cambia el sistema de referencia. Por lo tanto es imposible establecer una realidad absoluta, así lo concluyó el genio más brillante del siglo pasado.
Cuánta razón tenía/tiene/tendrá.
Ya pasó un mes de la última vez que nos vimos. Aquí recuerda que la relatividad también aplica para el significado de palabras. «Última vez», pudiera interpretarse como la definitiva y vez final, pero también simplemente como la más reciente.
Mejor cambiaré la frase: Ya pasó un mes de la vez más reciente en que nos vimos. A esta hora, ese día, estábamos vistiéndonos. Saldríamos a caminar para llegar a casa, te tomarías una bebida naranja diferente y me acompañarías a buscar algo importante. Te daría calor y decidirías «garuarte» un poco.
Un mes, cuatro semanas, treinta días.
Me parece poco, me parece mucho.
Ha pasado mucho, ha pasado poco.
Felicidad. ¿Cómo la describes tú? también es tan relativa. Estás más cerca de tus metas. Yo también. Eso debería hacernos felices, ¿verdad?
Pero falta un pedazo. Eso no me pone tan feliz.
Distancia. Albert la conjugó perfectamente en aquel famoso ESPACIO-tiempo.
Continentes diferentes, todo un océano de separación, nueve horas de recorrido en avión o quince días de camino en un crucero. Lejos, muy lejos.
Un video, un correo, una llamada, un pensamiento, un amor. ¿Cerca? No, cerca es poquitico. Casi somos uno.
Incertidumbre. Tal vez más de la necesaria.
Paciencia. Hay acciones que ayudan a mantenerla, a que no se destiñan los colores… y hay otras que no.
Te amo (me rehúso a aplicar aquí la teoría del alemán).
Me hubiera encantado haber estudiado Física.
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