Economía para la gente
¡Pues que nos aumenten el salario! (II)

Entonces, ¿no hay salida? ¿Viviremos eternamente en ese círculo vicioso inflación-caída del poder adquisitivo-demanda de mejores condiciones salariales-aumento de salario-inflación?

En la entrega anterior dejamos esta pregunta en el aire.

La respuesta rápida es que no se puede vivir eternamente así: más rápido que tarde, en este juego repetido, se llega a una situación de cierre de empresas, elevado desempleo y muy alta inflación (esto se llama estanflación).

La realidad es que hay una noticia buena y una mala. La buena, es que sí hay salida; sí hay solución. La mala, es que no es mágica la solución, ni es de un día para otro; no es instantánea.

Lo primero es que se requiere entender que los gobiernos no deben aplicar políticas inflacionarias, porque no nos ayudan generándonos inflación por un lado y medio compensándonos por otro lado con insuficientes decretos de aumento salarial, que a la larga no resuelven el problema y son perniciosos como ya vimos. Una gran ayuda ya sería que no generaran inflación, que no nos tumbaran nuestro poder adquisitivo drásticamente afectando nuestra calidad de vida.

Pero esto requiere unas finanzas públicas sanas y equilibradas, no deficitarias. Requiere que el gobierno controle sus gastos, que no quiera gastar más de lo que le ingresa vía impuestos. Y que si quiere gastar más, no cubra el déficit fiscal con impresión de dinero o inflación (monetización del déficit). Si lo cubre con deudas, luego hay que pagarlas, por lo tanto tarde o temprano se ve en la encrucijada de controlar su gasto, aumentar impuestos o inflar la moneda. El camino sano sería controlar su gasto (y para ello es fundamental que se dedique a lo que debe ser, que economicistamente sería la provisión de bienes públicos, lo que reduciría su tamaño y su gasto) y aumentar sus ingresos por impuestos, pero no subiendo las tasas impositivas, pues eso lesiona la actividad económica y desestimula la creación de empresas y puestos de empleos, sino generando un entorno económico favorable al emprendimiento; es decir, no es aumentando la tasa impositiva sino la base: que los ciudadanos y empresas se hagan prósperos y con ello, a una misma tasa de impuesto, el gobierno reciba mayores ingresos.

Y allí tenemos otro dilema entre el corto y largo plazo: lo sencillo es financiar el gasto público con emisión monetaria, y lo pagamos todos con el impuesto inflación; lo sano es propiciar el crecimiento económico y por ende el bienestar del ciudadano de a pie; pero implica tiempo y muchos consensos.

Una vez recibida la gran ayuda que representa que los gobiernos no inflen la moneda, la tarea se completa propiciando que mucha gente quiera emprender, montar empresas. Es decir, que haya muchas empresas buscando trabajadores.

Un rasgo de las crisis es que hay pocos puestos de trabajo para muchas personas queriendo trabajar; situación que pone en desventaja al trabajador frente a la empresa, por lo que para que todos estemos empleados deberíamos estar dispuestos a aceptar un menor salario, y a soportar escasos beneficios laborales y hasta tratos no acordes con nuestra dignidad humana. Si ese salario al que todos estaríamos empleados es menor que el salario mínimo que legalmente se debe pagar, se genera una situación en la que muchos trabajadores ofrecen su trabajo y pocas empresas están dispuestas a contratar; es decir, más personas buscando trabajo que empleos disponibles. Esto se llama desempleo.

La verdadera solución y verdadera protección del trabajador en el tiempo, no es vivir en crisis y obligar a las empresas a darles beneficios que nunca serán suficientes para paliar los embates de la inflación; la verdadera protección es que haya un entorno económico que propicie el crecimiento, la creación de muchos más puestos de trabajo, muchas empresas demandando personas para que trabajen en ellas, y en esa situación más ventajosa, los trabajadores exigiremos mejores beneficios y contrataremos con aquella empresa que mejor oferta nos haga.

Por lo menos estos rasgos debe tener un entorno económico que propicie el crecimiento: Estado de Derecho, respeto a la propiedad privada, seguridad jurídica y personal, y muy baja inflación. Esto es fundamental para que se incentive la instauración de empresas y creación de muchos puestos de trabajo, que es lo que al final todos los trabajadores necesitamos: no me generes inflación, que yo negocio mis beneficios.

Entender de economía política, identificar ganadores y perdedores, nos permite entender por qué es difícil cambiar el statu quo.

Rafael Avila
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