Economía para la gente
De la biblioteca básica en Economía (I)

economia 2013 2

Revisando notas, leyendo y releyendo, arreglando un poco la biblioteca, me pareció útil tratar de responder a la pregunta: si quisiera formar un criterio básico pero bueno en materia económica, ¿Qué debería leer?

Y me pareció interesante dar una respuesta, que además sea extraña para lo que comúnmente se esperaría. Uno podría tener la expectativa que la lista estaría integrada por manuales y libros muy técnicos en, y estrictamente de, Economía, lo que en mi opinión, enturbiaría los criterios básicos que en esta “ciencia” (hoy en día se discute si debe llamarse así) se deben tener, alejando por lo engorroso del asunto a mucha gente de acceder a estos temas que además, la realidad es que son muy próximos a la persona, a su naturaleza y son de sentido común. Vale la pena comentar que para cualquier persona sería conveniente manejar lo básico del asunto, al menos.

La “matematización”, en mi opinión excesiva, de la Economía durante el siglo XIX y gran parte del XX, herencia malformada clásica en la historia del pensamiento económico, y que por supuesto para algunos objetivos es muy útil, termina alejando a muchas personas de esta ciencia social. Dicho de otra manera, la “matematización” de estos temas hay que darle su justo lugar y justa utilidad.

También creo justo comentar que este intento de “lista de lectura” no pretende ser exhaustiva, y que por supuesto es susceptible de ser mejorada, es perfectible, y responde a una opinión sesgada, pero bien intencionada, de mi parte.

Comencemos entonces con la “lista”, que, recuerdo, pretende ser en Economía:

  1. Nuestro paseo debe iniciar en la Antigua Grecia:
    • Visitar a los autores pre-socráticos como Hesíodo (siglo VIII a.C.), quien definió la escasez y vio la necesidad de una asignación eficiente de recursos (ver su obra Los trabajos y los días). Otros serían algunos filósofos que, aunque sofistas (en mi opinión criticable), simpatizaban con el espíritu empresarial, su ánimo de lucro, el comercio, y la descentralización del poder de los gobiernos de las ciudades-estado. Estos filósofos serían: Demócrito, Protágoras, Tucídides, Demóstenes y Jenofonte; pero sólo leerlos por sus aportes a la economía.
    • Parada obligatoria: Aristóteles (siglo IV a.C.) y sus obras Ética a Nicómaco y La Política. De manera contraria a sus predecesores Sócrates y Platón (ver La República), quienes alababan la propiedad común, y resaltaban como admirables los ideales totalitarios de Esparta, no comprendiendo el proceso comercial de la época disfrutado por Atenas, El Filósofo argumentó en favor de la propiedad privada: es mucho más productiva y facilita el progreso, está más sembrada en la naturaleza humana, ha existido siempre y en todo lugar, posibilita practicar la benevolencia y la filantropía. Los bienes comunes tienden a ser descuidados, la propiedad comunal conducirá a un conflicto social continuo y no a la paz social como pensaba Platón. Creo justo comentar que Aristóteles continúa la línea platónica de ver al intercambio como un juego de suma-cero, en el que para que uno gane el otro necesariamente debe perder, condenar al lucro, y ver como usura el cobro de intereses sobre los préstamos.
  1. Nuestro paseo nos conduce ahora a La Escolástica, y en particular a La Escolástica tardía:
    • El pensamiento aristotélico fue rescatado y “potabilizado” para la cristiandad por San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino (siglo XIII). Vale la pena destacar los aportes sobre la justicia y la moralidad de los intercambios, los precios de mercado y el lucro, que El Aquinate hace en la Suma Teológica. Sin embargo, continúa el cuestionamiento de la usura, pero ya con sus excepciones (la casuística).
    • Parada obligatoria: la Escuela de Salamanca (siglo XVI). Entre los salmantinos destaca Juan de Mariana y sus obras sobre el Rey (De Rege) y sobre la Moneda (De Monetae). En ellas se destaca la constante superioridad moral de la ley natural con respecto al poder del Estado. Trata temas como que los bienes de los súbditos no son propiedad del rey, que los impuestos deben ser autorizados por los ciudadanos, que hay que limitar el poder absoluto del monarca, que el valor de las cosas es subjetivo (depende de las preferencias, gustos, expectativas y opinión de cada quien), y denuncia la inflación producida al reducir el contenido de metal noble en las monedas. Podemos resumir los aportes a la Economía de la Escuela de Salamanca: teoría subjetiva del valor, causalidad correcta entre precios y costos, naturaleza dinámica del proceso de mercado y la imposibilidad de alcanzar el equilibrio, lo dinámico de la competencia, el principio de preferencia temporal, la distorsión de la inflación en los precios relativos, los efectos de la banca de reserva fraccionaria, los depósitos bancarios y la oferta monetaria, la imposibilidad de la planificación centralizada debida a la falta de información, y la violación del derecho natural que significa la intervención injustificada del Estado en la economía.
    • Otros salmantinos relevantes son: Francisco de Vitoria, Diego de Covarrubias y Leyva, Luis Saravia de la Calle, Juan de Lugo, Juan de Salas, Castillo de Bobadilla, Luis de Molina y Martín de Azpilcueta.

Bueno amigos, detengámonos en este punto por el momento. Continuaremos en el próximo artículo confeccionando la literatura básica que, en mi humilde opinión, hay que dominar en Economía.

Entender de economía política, identificar ganadores y perdedores, nos permite entender por qué no cambia y por qué es difícil cambiar el statu quo.

Rafael Avila
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