Los ciudadanos debemos resistir y hacer nuestra parte
Editorial #395 – No estamos solos
Hasta a los más férreos defensores de participar en cualquier cita electoral, se les hace hoy difícil encontrar argumentos para justificar hacerlo en las próximas elecciones presidenciales convocadas por la Asamblea Constituyente para el 22 abril.
Muchos de ellos son conscientes de que se arriesgan, en el mejor de los casos, a hacer el ridículo. Pero también saben que incluso corren el riesgo de levantar sospechas sobre su compromiso con la lucha democrática y sus verdaderas intenciones.
Aunque ha sido un proceso lento y complejo, finalmente una parte de esa élite “voto-adicta” parece haber comprendido que insistir en el error solo se traducirá en alargar la agonía que vivimos como nación y acabar con la poca confianza de la que gozan.
Pero no son todos. Existen dirigentes opositores que, mientras escribimos estas líneas, insisten en que la oposición debe participar en las próximas elecciones. Es difícil comprender cómo pueden pretender ser parte de un proceso que será desconocido por la mayoría de la comunidad internacional, que no cuenta con la confianza de los venezolanos y que ofrece peores condiciones y menos garantías que cualquier otro anterior. Y vaya que los últimos han sido malos.
Es insólito que todavía exista un sector de la dirigencia opositora –algunos de ellos todavía en control de la agonizante MUD- que insista en el error. Seguramente uno puede encontrar explicaciones buscando en algún lugar entre la ingenuidad y la complicidad, pero lo cierto es que también hay un problema de origen, uno que ha sido el obstáculo más grande para una verdadera unidad en la oposición: el objetivo.
Pareciera que no todos buscan lo mismo, porque mientras unos luchan por lograr el cambio político que permita solucionar los graves problemas que aquejan a millones de venezolanos, otros priorizan mantener sus pequeñas parcelas de poder y, para esto, están dispuestos incluso a cohabitar con el gobierno.
Mientras la dirigencia opositora sigue entrampada en sus miserias, el mundo y principalmente los países de la región parecen determinados a avanzar. En pocas semanas, instancias tan importantes como el Consejo de la Unión Europea, el Grupo de Lima y el Parlamento Europeo, se han pronunciado sancionando a más funcionarios oficialistas y manifestando su rechazo a las próximas elecciones sin condiciones. Así también lo han hecho los gobiernos de Francia, Estados Unidos, Perú, Canadá, Colombia, Argentina, entre otros.
En el peor momento de la crisis económica, social y humana que atraviesa el país, el chavismo se encuentra más solo y aislado que nunca. Inmersos de lleno en un proceso hiperinflacionario que ya se siente en el día a día, lo menos que necesita el gobierno es más presión internacional. Y la está teniendo.
Una vez más, los ojos del mundo están sobre Venezuela. Esta vez, ya no solo por solidaridad, sino también porque la crisis venezolana ha cruzado nuestras fronteras y hoy es motivo de preocupación en varios países de la región por las consecuencias migratorias que puede tener en su territorio.
Pero así como la comunidad internacional se organiza y se activa a favor de la libertad y la democracia en el país, los ciudadanos debemos resistir y hacer nuestra parte.
Con la certeza de que no estamos solos.
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