Muerte a la guerra
Lidiar con ciertos tipos de veneno resulta un riesgo de contaminación, peor que el mercurio, que la nicotina y que el cianuro, son los celos, la rabia, la ira, y la animalidad. Es una guerra donde somos nuestro propio combatiente, somos presos de nosotros mismos, ¿Qué terrible no?, tener alas y ponernos jaulas, ser caballo y dejar las riendas al peor jinete. Para vencer aquello que nos tortura internamente, debemos romper con el esquema de carencias, inseguridades y necesidad de poseer.
Quisiera decir que del demonio del Hannya se sale entero, pero siempre se pierden partes y se sale con cicatrices, marcas que nos recordarán lo duro que es, pero lo fuertes que somos, es la caída hacia la oscuridad que nos impulsa hacia a la luz, después de haber tocado fondo. No soy una persona egoísta pero seré honesta no comparto mi amor, nunca fui mujer de amar a dos personas a la vez, ni mucho menos fanática de los juegos de mentiras y de engaños, en donde alguien sale herido, por eso no comparto lo que aunque si bien, no es mío, es la persona que es mi complemento, y no es negociable ante mis valores, la infidelidad, razón por la que creo que ante una traición, una segunda oportunidad es un puñal, y una decisión que se debe meditar, porque el amor va más allá de todo eso, dejo ser libre pero espero sentir seguridad. Ese es el error, que las parejas olvidamos que de nosotros depende, que hagamos sentir a nuestro ser querido, ese estado de tranquilidad, que no le perturbe su bienestar emocional.
Si quieren crear confianza hay que darla con ejemplos, con acciones de parte y parte claro está, alimenta el Hannya y verás, como todas las cosas positivas que has construido se irán a la basura, pero alimentas la paz, la comunicación y la honestidad, y el resultado que habrá será la armonía, es la forma posible que tenemos de hacer las cosas bien, echar la leña al fuego correcto.
Recuerdo aquel día en que el Hannya se sentó en la misma plaza, en la que me encontraba con ella, saliendo a relucir en nuestra conversación, el mismo tema del amor que había vivido con su primera mujer, se mencionaron los celos y eso despertó los míos también, mis manos no podían permanecer quietas, me las tocaba entre sí, las llevaba a mi boca, estaba ansiosa, y fume demasiado, mientras me torturaba a escuchar esa historia repetida, que no quería recordar más. Veía su cara, la forma en la que se expresaba, que sensación esa, la de un rayo en el pecho y mis enormes ganas de salir huyendo de allí, lejos de las palabras que daban forma a aquel relato que me estaban matando.
Es ácido saben, nadie quiere sentir celos pero los tenemos que enfrentar, se bien que el amor no es posesión, pero resulta incómodo el pasado, ya no es un tema de cómo se debe amar, ni de lo que ya sabemos, sino de aceptación, yo no la poseo, ni quiero cortar su libertad, la amo como es y no quiero cambiarla, no le doy mi amor esperando algo a cambio, solo lucho con mi interior, lo que es un real miedo a lo desconocido, a sus misterios, a su fuerte carácter que con la sensibilidad del mío, termino sintiendo la mayoría del tiempo, algo en mi herido.
Yo no sé tener cierto equilibrio, no es como voy amarte controladamente porque es sano o por no salir lastimada, ya que no puedo amarle menos, ni amar de cierta intensidad de a ratos, tampoco sé jugar el papel de la amiga que escucha y calla, si los pasados son nudos en la garganta, y aunque es bueno conocer a la pareja, y aparte de ser la novia también fomentar el nexo de amistad, hay ciclos que es mejor cerrar y nunca volver a comentar, al menos, no con la persona de la actualidad, con la que duermes, convives, todos debemos guardar respeto, de que aunque confió en tu amor, lo que ya fue, debe dejar de ser un tema constante.
¿Quién quiere clavarle dardos a su pareja?, pero creo que hacer eso de llamar el pasado en cada conversación, es justo darle en el blanco, no guardar secretos está bien, pero hay un límite de tolerancia, para lo que una pareja debe saber, por eso ahora lo entiendo, hay cosas que todos ocultan y está bien, y cosas que no se pueden ocultar, pero que dañan y maltratan al ser, al que debes cada día enseñar, la esencia del verdadero amor.
¿Quieres que confíe más en ti?, entonces comienza por dar lo que esperas recibir de mí, como una especie de proyección, justamente por eso cuando queremos proyectar algo, hay que fijarnos en lo que hacemos, por que decir algo y hacer otra cosa muy distinta a la dicha, dará la impresión de ser incoherente, para no tergiversar el amor verdadero del que nos han enseñado, debemos aprender a comunicarnos, cuando aprendamos a comunicar lo que de verdad queremos decir, lo que sentimos y lo que pensamos, cuando aprendamos a proyectarnos, cuando tengamos inteligencia emocional, cuando nuestros actos vayan de la mano con nuestras palabras, todo tendrá significado y habremos dado muerte a la guerra del Hannya, el demonio de celos que aunque no queramos, todo llevamos dentro.
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