La Universidad Bolivariana
El triunfo del bando de los patriotas en la Guerra de Independencia y el establecimiento del régimen republicano de Colombia impactó directamente sobre la vida de todos los pobladores de la naciente nación. En el Departamento de Venezuela aún eran visibles los vestigios dejados por el terremoto de 1812 y los producidos por un conflicto armado que duró casi una década. Frente a tal escenario de destrucción no quedaba otra opción que empezar a construir desde las ruinas de todo lo que aún quedaba en pie.
La Real y Pontificia Universidad de Caracas no escapó a este nuevo proceso de transformación. En el año 1822 se realizó una reforma de ley con el objetivo de eliminar el certificado de la limpieza de sangre como trámite de necesario cumplimiento para cursar estudios y aspirar a un titulo. Desde aquel momento en adelante para estudiar en la Universidad solamente se tenía que demostrar dos cosas, que se era hijo legitimo y cristiano bautizado. Aunque aquello no evitó que se presentaran casos de estudiantes que se retiraron de la carrera por sufrir vejaciones por parte de sus compañeros y los padres de estos a causa del color de su piel.
A partir del año 1826 la institución educativa cambió su nombre al de Universidad Central de Venezuela que perdura hasta nuestros días. En las primeras semanas de enero de 1827, después de un lustro de ausencia y expulsar a los españoles de los territorios que abarcan desde Venezuela hasta las cumbres andinas del Alto Perú, arribó a la ciudad de Caracas el Libertador Simón Bolívar. La Universidad Central designó a los señores Valentín Osío y Domingo Quintana, al igual que dos alumnos y dos seminaristas, para que entregasen al hijo más célebre de Caracas los más cordiales saludos de bienvenida a su ciudad natal. Tan solo unos días después de aquello, Simón Bolívar designó al Dr. José María Vargas, prestigioso médico cirujano y científico, como rector de la Universidad.
Después de consultar la materia con los doctores Carlos Arvelo, Cristóbal Mendoza, José Cecilio Ávila y el rector José María Vargas, así como permitir que las comisiones del claustro universitario realizaran los estudios oportunos para determinar necesidades en aras de modernizar el sistema educativo, las constituciones reales sancionadas en 1727 por Su Majestad el Rey Felipe V que rigieron la Universidad de Caracas desde el día de su fundación se vieron sustituidas un por nuevo reglamento, los estatutos republicanos promulgados el 24 de junio de 1828 por el Libertador Simón Bolívar.
Estos estatutos republicanos introdujeron una serie de cambios a la vida de la Universidad como la apertura de la institución a todos los grupos sociales, la reducción de aranceles de grado y la eliminación de las propinas obligatorias. Se suprimió el latín como lengua oficial de la enseñanza; se abrieron sus aulas a toda clase de ciencias o idiomas; se fundaron las cátedras de Anatomía y Cirugía, Derecho Práctico, Político, Ciencias Administrativas y Economía Política; se instalaron nuevos laboratorios y aulas y se equiparon aquellos espacios de estudio que ya existían. También se le aumentó significativamente el salario a los profesores y, por decisión del mismo Simón Bolívar, la Universidad fue dotada de un patrimonio considerable capaz de generar una abundante renta a fin que se pudiese cumplir a cabo ese conjunto de reformas.
El Libertador, en gesto de agradecimiento con la Universidad Central, donó a la biblioteca una serie libros. Entre estos se encontraban “El Contrato Social” de Jean Jaques Rousseau y “El Arte Militar” de Raimundo Montecuccoli, obras que pertenecieron a la biblioteca del emperador francés Napoleón Bonaparte y le fueron obsequiadas por el General Sir Robert Wilson; así como también una colección de 142 volúmenes de libros clásicos que arribaron de Londres en 1828, pertenecieron al famoso Generalísimo Francisco de Miranda y fueron donados por este último a la Universidad en su testamento -en señal de agradecimiento y respeto por los sabios principios de la literatura y de moral cristiana con que alimentaron mi juventud.-
La Universidad Central de Venezuela le rindió una ceremonia de reconocimiento al Libertador en julio de 1827, antes que se dirigiera a La Guaira para marcharse del territorio con destino a Cartagena y luego Bogotá. El orador de turno fue el abogado Tomás Hernández Sanabria, quien además de reconocer y elogiar la labor de Simón Bolívar a favor de la Universidad diciendo, entre otras cosas, que: -Los elogios no son ni pueden ser una cosa indiferente, cuando son dirigidos a aquellas personas que justamente lo merecen.-, finalizó su arenga resaltando que el brillante futuro de la nueva república se encontraba en el seno del “Alma Mater”
-Aquí está el futuro senado, los futuros ministros; en una palabra, la futura Venezuela.-
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