Economía para la gente
Del rol del emprendedor y el mercado (I)

El mercado, ese encuentro entre compradores y vendedores de un bien o servicio, es un proceso que nunca está en equilibrio, como suele presentar la economía neoclásica. El paradigma neoclásico asume en sus análisis que el mercado está en equilibrio, recibe el estímulo de algún evento o hecho que afecte la demanda o la oferta, se “altera” el mercado, ambas o alguna de estas curvas de oferta o demanda se desplaza, y el mercado al final de ese proceso, termina en otra posición de equilibrio. Es decir, el mercado va de posición en posición de equilibrio, según el paradigma neoclásico.

En el paradigma austríaco, en cambio, el mercado es un proceso que nunca está en equilibrio, en el que se da una interacción dinámica entre individuos que buscan, cada uno, la mejor manera de satisfacer sus preferencias y obtener ganancias, en un entorno de información incompleta. Para el paradigma de la Escuela Austríaca de Economía, se da una “interminable agitación que caracteriza a la economía de mercado” (Kirzner, Market Theory and the Price System, 2013), por lo que nunca se alcanza el estado de equilibrio neoclásico. Para autores austríacos como Kirzner, el mercado siempre tiende al equilibrio, sin llegar a alcanzarlo; se da la “agitación” que desvía al mercado de la tendencia al equilibrio que tenía, para luego comenzar a tender a otro equilibrio, que no llega a alcanzar porque en el camino se da otra “agitación”.

El paradigma neoclásico presenta unas curvas de demanda y de oferta de bienes y servicios que son impersonales. Y lo cierto es que es imposible contener la realidad en una función matemática o curva. La realidad es mucho más compleja, y en cada una de esas curvas hay personas. El papel individual de cada persona tomando decisiones en el proceso de mercado es fundamental considerarlo para poder entenderlo en su verdadero sentido. Se trata de personas y de la acción humana: de acciones conscientes con un propósito, con fines y objetivos, que implican tiempo, una causalidad, optimizar recursos que son escasos en relación a los fines, e incertidumbre sobre el futuro.

El paradigma neoclásico también obvió el rol del emprendedor. Quizá por la dificultad de hacer un “factor” su rol, como el capital o el trabajo; quizá por la dificultad de “factorizar” el “alertness” del emprendedor (Kirzner, Market Theory and the Price System, 2013). Lo propio se hizo con el tiempo: la función de producción neoclásica hace depender el producto, en alguna proporción, de los factores “capital” (podría incluir el factor “tierra”) y “trabajo”; a veces se incluye a la tecnología. Pero el tiempo o etapas de producción son obviados.

El paradigma austríaco rescata la importancia que, además de los factores capital y trabajo, tienen el rol del emprendedor, la iniciativa y función empresarial, el tiempo y las etapas de producción. Y en ese sentido, se trata de un paradigma más realista y menos simplista.

Tres “roles de mercado”

El paradigma neoclásico presenta dos roles interactuando en el mercado: el consumidor o comprador, cuya posición está representada en la curva de demanda, y el vendedor o productor, cuya posición está representada en la curva de oferta. El paradigma austríaco, y en particular Kirzner, define tres roles en el mercado: el consumidor, el dueño de recursos y el empresario (Kirzner, Market Theory and the Price System, 2013).

El consumidor, quien demanda un bien y servicio, y está en disposición y en capacidad de comprarlo.

El dueño de recursos, que incluye tanto a los propietarios del capital, como a los trabajadores, y pone sus recursos a la orden del consumidor y del empresario.

El empresario, que es un emprendedor atento a oportunidades en el mercado, descubriendo dónde los precios pueden estar desajustados, o presentan brechas. El empresario o emprendedor toma decisiones sobre cómo emplear los recursos disponibles y cómo venderlos, empleando su perspicacia para ver dónde puede comprar barato y vender más caro, y persiguiendo un beneficio. Para ello, negocia, acuerda y contrata los recursos que necesita, capital y trabajo, con el dueño de éstos.

En el paradigma neoclásico, se podría decir que está considerado el consumidor (en la curva de demanda), y que detrás del vendedor o productor (en la curva de oferta), están considerados el dueño del recurso “capital”, y el dueño del recurso “trabajo”. Pero el emprendedor, como lo define el paradigma austríaco, es obviado. Lo más cercano a él, para los neoclásicos, es un gerente que optimiza recursos en presencia de información perfecta y completa, pero ni es el mismo rol, ni se posee información perfecta y completa, como bien asume el paradigma austríaco, haciéndolo más realista.

Bueno amigos, por razones de espacio detengámonos en este punto, por los momentos. Continuaremos argumentando sobre el rol del emprendedor y el mercado, en el próximo artículo.

Entender de economía política, identificar ganadores y perdedores, nos permite entender por qué no cambia y por qué es difícil cambiar el statu quo.

Rafael Avila
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