Debemos comprender cuál es el origen de nuestros muy diversos problemas
Editorial #419 – ¡Es la política, pana!
No cabe duda que entre los muchos problemas que enfrenta el país, los relacionados con la economía son los que se han apoderado de los primeros lugares en el ranking de preocupación de los venezolanos.
La incontrolable hiperinflación, la escasez de medicinas, alimentos, repuestos y todo tipo de insumos básicos, la pulverización del salario de los trabajadores y la pérdida del poder adquisitivo, entre otros, son los males que en la actualidad le quitan horas de sueño y años de vida a millones de personas.
Son esos temas, relacionados con las penurias económicas que pasan los ciudadanos, los que en las últimas semanas han generado un gran malestar en la sociedad. Ya no hay aumento al salario que sea suficiente ni anuncio económico que genere confianza ni esperanza.
Ante esta realidad, para algunos pareciera existir la impresión de que “a pesar de todo, no pasa nada”. Eso no es verdad, como tampoco lo es que la gente ya no protesta, todo lo contrario. En los últimos meses la conflictividad se ha multiplicado en todo el país hasta alcanzar una cifra récord: en el primer semestre de 2018 se contabilizaron 5.315 protestas, un número que supera las 4.930 registradas en el mismo período del año pasado. En 2017, se registraron un poco más de 9.000 protestas; todo indica que este año ese número será superado.
Hay más de 30 protestas diarias, más del 80% de ellas por temas sociales y económicos. Esa es su característica principal: no son políticas, sino sociales. Las enfermeras protestan por la falta de insumos médicos y condiciones para trabajar, los trabajadores de Corpoelec por los miserables salarios, los del Metro por mejores contratos, los estudiantes exigen seguridad y libertad, y los transportistas rechazan el censo automotor con el Carnet de la Patria.
Lo que luce inevitable es que llegue un punto en el que todas ellas coincidan en algo: ninguno de sus problemas será resuelto hasta que no exista un cambio político en el país. Es decir, hasta que comprendan que su problema no es social ni económico, sino político.
Ese es justamente el meollo del asunto y lo que puede definir el destino de Venezuela. Comprender cuál es el origen de nuestros problemas, porque en éste encontrarán su solución.
Para el venezolano, algo debe quedar claro: ¡es la política, pana!
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