Tener el poder no es estar en el poder, es poder hacer
Editorial #425 – El poder de poder
Estados Unidos es el país más poderoso del mundo. No por su capacidad militar ni por su desarrollo tecnológico o industrial, sino principalmente por el valor de su moneda y la confianza que su economía genera. Esas son siempre las dos variables más importantes en una compleja ecuación para la construcción de una nación: la confianza y la moneda. Por eso, 19 de los 28 países que se hicieron parte de la Unión Europea también le dieron un giro a su destino al adoptar en el año 2001 una misma moneda, el euro.
En el otro polo, están países que enfrentan graves dificultados que tienen como principal origen la pérdida de valor de su moneda. Entre ellos Turquía y Argentina. El valor de la lira turca en relación al dólar se desplomó en las últimas semanas luego de sanciones aplicadas por los Estados Unidos a ese país, mientras que la moneda argentina ha pasado en solo dos meses de valer 28 pesos por dólar a 40.
En Venezuela ocurre algo peor. La moneda no vale nada, tanto que tuvieron que cambiarle el nombre y quitarle cinco ceros, después de haberle quitado otros tres, es decir, en 11 años ya son ocho los ceros que volaron. El nuevo bolívar sobrerano también apunta a valer cada vez menos.
De la confianza, mejor ni hablar. El problema es tan profundo que ya no es solo nuestro. El masivo éxodo de venezolanos a diferentes países vecinos es inédito en la historia de América Latina y se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de la región y de organismos internacionales como la ONU y la OEA. No se trata solo de que los venezolanos han perdido la confianza en la economía y en quienes hoy gobiernan, sino también que muchos han perdido la esperanza de que las cosas puedan mejorar.
Por eso el gran reto que enfrentamos como ciudadanos es ser poder. No solamente en materia política o económica, sino también humana. Tenemos que vencer nuestras propias barreras internas para después superar las que tenemos frente a nosotros. La desmoralización solo lleva a la paralización, y si nos quedamos en el profundo hueco en el que nos encontramos, corremos el riesgo de llegar a estabilizarnos en la miseria y acostumbrarnos a ella.
Tener el poder no es estar en el poder, es poder hacer. El chavismo hace mucho que lo ha perdido, y por eso se ve perdido y a la deriva, consciente de que en el callejón al que nos han arrastrado no hay mucho que se pueda hacer.
La única manera de solucionar tantos problemas que hoy nos aquejan es con la convicción de que más temprano que tarde Venezuela será mejor de lo que alguna vez fue gracias a una clara convicción: lo podremos hacer.
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