País nostálgico, país del pasado, país imaginario
En tiempos recientes se ha hecho cada vez más frecuente escuchar relatos de mis allegados respecto a la “Venezuela de antes”; esta es la Venezuela anterior al colapso, la Venezuela que se corresponde con un tipo normal de país. El contenido de dichos relatos no es más que el recuento de las actividades que solían realizarse cuando se daban los recursos para ello, sean estos económicos, sociales, culturales, naturales, estructurales, etcétera.
Una conversación grupal puede hallarse completamente abocada a este ejercicio de “viaje en el tiempo” donde sus integrantes comparten anécdotas sobre lo que comían, los viajes, las rumbas, las ocasiones de las cuales eran parte antes de que el agujero negro que lentamente absorbía todo se hiciese más grande, se hiciese supermasivo. Existe una relación directamente proporcional entre el aumento de la descomposición general y la frecuencia de los viajes del recuerdo; el segundo término ocurrirá más a menudo a medida que el primero se profundice.
Recordar, escapar, evadir
El ejercicio, recordar acontecimientos pasados, no está mal en sí ni es tampoco un indicador de que algo malo sucede; lo que puede ser un motivo de preocupación son las condiciones detrás, lo que impulsa estos recuerdos. ¿A qué me estoy refiriendo? Lo explicaré a continuación:
- No es un secreto que las condiciones de vida en el país han disminuido gravemente en el último tiempo, fenómeno que ha dificultado la realización de actividades de toda índole. La accesibilidad, entendiéndola en sentido amplio, ha mermado en todos los aspectos para el venezolano común.
- Una salida a esta situación empobrecida no se ve en el corto o mediano plazo; en cambio, dicha situación empeora cada vez más, por lo que es una reacción normal sentirse desesperanzado y desanimado por las condiciones de nuestra realidad.
Para escapar de los efectos de este presente tenso, el sujeto apresado por ellos es susceptible a acercarse al último estado de cosas donde la situación general se mostraba apreciable, agradable, cómoda, esto como vía de escape. Naturalmente, no puede realizarse de manera literal porque el viaje en el tiempo no es una actividad practicable hoy en día. No obstante, por medio de los recuerdos albergados de la etapa “soleada” y feliz más próxima, podemos aproximarnos a ella, rememorar y revivir con mayor o menor fidelidad cómo nos sentíamos en ese momento.
La nostalgia que se hace cada vez más presente entre los venezolanos obedece a la atroz actualidad y a la búsqueda de escapatorias que abstraigan a la población de los males que invaden todos los rincones de la cotidianidad. La imaginación es, hasta ahora, el único sitio donde no existen las palabras escasez, delincuencia, hambre, pobreza, corrupción, dictadura. Es, aparentemente, el último santuario del bienestar.
Implicaciones de lo anterior
El presente no es satisfactorio; es incómodo, incierto, convulso, y garantiza pocas certezas, si lo hace. Se afirma comúnmente que no se vive, sino que se sobrevive; es decir, se desarrolla un estilo de vida sub-humano del cual no podemos huir en el plano de lo concreto. Estar inmerso en las consecuencias de ese estilo de “vida” de modo constante sería abrumador e insoportable, por lo cual se buscan “válvulas” para drenar el estrés. Rememorar tiempos pasados y mejores es una de ellas; concientizarnos nuevamente de que hubo una época de mejores sirve como recordatorio de que ciertamente existe un potencial que fue tratado en otro momento, y que las bases para el desarrollo transversal existieron y existen aún, aunque no todas.
Sin embargo, no podemos remitirnos siempre a la memoria; debemos volver a la realidad y actuar en ella y sobre ella para mejorarla, convertirla en una circunstancia que nos dé provecho disfrutar y experimentar. Si la regresión a tiempos pasados se realiza con la idea o intención de escapar del presente y “huir” de él, en vez de aprender de lo ocurrido para recolectar pistas que nos indiquen la razón de la actualidad y cómo proceder para el futuro, rectificar el rumbo se hará más complejo y tardío, y ello será porque estaremos ocupados y ocupando mundos imaginarios que alguna vez fueron reales.
Es necesario afrontar la realidad más allá de lo dura y cruda que sea, al fin y al cabo, es el ámbito en el cual nos desenvolvemos como seres psicosociales y en donde compartimos con otros seres psicosociales; donde nos realizamos en diversos aspectos, y cuidar de dicho ámbito y procurar su continuo desarrollo es una tarea de la cual todos somos y debemos ser responsables.
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