La propuesta de Maduro
-Los gobernantes, sean democráticos o dictatoriales, suelen recibir centenares de cartas con los más variados contenidos. Si por un lado la mayor parte de esa correspondencia está encaminada a la consecución de empleos para el corresponsal o para algún familiar, otra cantidad se dirige a sugerir y proponer planes y proyectos de algún interés nacional o particular.-
Así lo explica el escritor Francisco Salazar Martínez en su libro titulado Tiempo de compadres, antes de comentar que, quizás, uno de los gobernantes venezolano que se vio más bombardeado con cartas y telegramas de este tipo fue el general Juan Vicente Gómez. -Si bien algunas de las proposiciones llevaban una intención noble y patriótica, tales como canalización de ríos, construcción de caminos, etc., otras no pasaban de simples manifestaciones de adulancia al gobernante de turno.-
Entonces procede a narrar un relato bastante curioso de la época del gomecismo. Al parecer, a mediados del año 1925, un vecino curazoleño de apellido Maduro, le propuso al Benemérito una idea muy particular para un interesante negocio.
-El primordial objeto de la presente es notificarle haber sido nombrado agente de una acreditada fábrica cervecera alemana, cuyos productos dejan satisfechos los más exigentes gustos, y, en estas condiciones, una idea feliz ha surgido en mi mente, que, para su efectividad, no he dudado un momento en contar con su bondadosa aquiescencia.-
Maduro comenta en su epístola que, para desarrollar la idea feliz surgida en su mente, había ordenado a sus representados teutones alistarle un lote de 20.000 cajas de la refrescante bebida. -cuya marca será “Cerveza Gómez”, ostentando la etiqueta, de un lado su retrato, y del otro, el escudo de nuestra querida Venezuela; como el producto corresponderá, por su insuperabilidad, al ilustre nombre que lleva, es mi deseo hacerlo conocer hasta en los más apartados pueblos de la floreciente república venezolana, y, en tal virtud, pídole a usted su autorización.
El empresario extranjero parece estar seguro de si mismo y la popularidad que alcanzará su producto en el territorio al exponer que: -El éxito de la “Cerveza Gómez” en Venezuela será completo, pues el nombre del esclarecido ciudadano que, con su invencible espada y su envidiable y bien razonada inteligencia, ha sabido hacerse el ídolo de sus compatriotas, captándose al mismo tiempo el cariño y la admiración de, los que como yo, extraños a toda política y miras especulativas, vemos en usted otro Bolívar esforzándose día por día para colocar a Venezuela tal como se encuentra hoy, respetada y admirada por propios y extraños, y a la altura de las civilizaciones del orbe.-
El curazoleño no obtuvo respuesta a esta carta por parte del general. Pensando que, tal vez, esta se había perdido en el correo, decidió enviar otra a los pocos días con el mismo contenido que la primera. Pero fue imposible que sus gestiones fueran coronadas por el éxito ya que tampoco obtuvo respuesta de la segunda comunicación.
El Presidente de la República hizo caso omiso a la propuesta de Maduro. Se hizo el sordo ante la idea de traer cerveza alemana para Venezuela y venderla en el país con su nombre, retrato y el escudo nacional en la botella. La decisión de jamás responder las cartas enviadas por el curazoleño puede haberse fundamentado, quizás, en el hecho que el Benemérito no disfrutaba la ingesta de alcohol. Es conocido que beber aguardiente no era uno de sus vicios. Tanto quienes lo conocieron como los autores que han dedicado su tiempo a escribir densas biografías del hombre de La Mulera, mencionan que apenas se llevaba la copa de espumante a los labios para remojarlos en el amargo elíxir en los brindis o las fiestas, jamás terminando su contenido. Todos coinciden que en ninguna ocasión se le vio en estado de embriaguez.
Lo más posible es que al general Gómez no le interesara del todo la propuesta de Maduro, o la considerara como una verdadera falta de respeto.
Fue así que la propuesta de Maduro quedó sepultada en la oscuridad del olvido. El Benemérito más nunca volvió a escuchar, saber o recibir una carta del empresario curazoleño.
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