El chavismo busca una vez más la manera de legitimarse y ganar tiempo
Editorial #428 – Solo ruido
Después de muchos años de decepciones y mentiras, finalmente los venezolanos han llegado a un punto de consciencia tal que será muy difícil que vuelvan a engañarlos, ni desde el gobierno ni sus cómplices de oposición. Por eso, es fundamental hablar con la verdad.
La más reciente jugarreta que se viene armando debe ser confrontada y desnudada porque, si bien a nivel local no tendrá un efecto importante, todavía puede generar confusión en uno de los espacios de lucha claves en la actualidad: la comunidad internacional.
Como ya lo hizo antes, el oficialismo, consciente de su debilidad y acorralamiento, busca hacer lo que siempre ha hecho en situaciones similares y que le ha funcionado: ganar tiempo.
A pesar de que no es la primera crisis que atraviesa, ésta es sin duda la más crítica. Sobre todo porque enfrenta dos frentes infranqueables: una crisis económica inédita para la que no tienen solución y que, por el contrario, todo indica que solo va a empeorar, y un cerco internacional que va más de allá de pedidos de “reflexión y recapacitación” y que ahora se ha decidido por el único camino que puede resolver la tragedia que vive Venezuela: el cambio político.
Ante esta realidad, el gobierno busca desesperadamente alguna manera de legitimarse y ganar tiempo. Qué mejor manera de hacerlo, piensan ellos, que con la colaboración de un sector de la oposición que ha estado siempre dispuesto a darles una mano.
Es más, el “chavismo de oposición”, en las últimas semanas se muestra incluso activo en organizarse para tal fin. Una nueva coalición de dirigentes -uno más fracasado que el otro- se estaría formando para participar en unas elecciones a concejalías y también en un posible “referendo” para aprobar una nueva “constitución”. Todo, bajo el manto de una Asamblea Nacional Constituyente que desde el primer día ha sido desconocida por más de 50 países y organismos del mundo.
Sin embargo, como mencionamos al principio, va a ser difícil que esta vez logren lo que alguna vez pudieron: desmoralizar y desmovilizar a la gente. Según varias de las más recientes encuestas, ninguno de los dirigentes que componen este nuevo grupo goza de la credibilidad ni de la popularidad suficiente para convencerla.
Mientras tanto, las fuerzas que de verdad importan sigue avanzando de manera implacable. Las democracias de la región están convencidas de que mientras más se demore la solución al problema de Venezuela, más inmanejable será el problema migratorio que tienen entre manos. Los venezolanos, por su parte, también están claros de que su capacidad de sobrevivir en estas condiciones disminuye cada día. Los mercados también han comprendido que no hay mucho más que puedan esperar hoy de quienes ostentan el poder en el país.
Ante esta realidad, el sector colaboracionista de la oposición ya no es relevante. Es solo ruido.
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