Radiografía del cáncer de mama en socialismo
Cada 19 de octubre se celebra el día internacional de la lucha contra el cáncer de mama, una fecha que busca concientizar a la población femenina sobre esta enfermedad. En Venezuela durante todo el mes de octubre se realizan campañas y jornadas de concientización sobre la importancia de su detección temprana. ¿Pero hasta dónde puede ser actualmente efectiva la concientización y la detección temprana del cáncer de mama, cuando los hospitales del país no cuentan con los recursos para la realización de procedimientos y tratamientos médicos, que se deben realizar antes y después del diagnóstico?
En Venezuela la detección temprana del cáncer de mama puede perder el impacto y los resultados deseados por la falta de tratamientos oportunos para tratar dicha enfermedad, pero sigue siendo una tarea importantísima que deben realizar las mujeres. La falta de insumos médicos de toda índole agrava la situación de las mujeres con cáncer de mama y la del resto de la población diagnosticada con algún otro tipo de cáncer.
Algunas personas pueden costear con sacrificio los gastos económicos que se desprenden de esta enfermedad. Y hay otros -los funcionarios encargados y responsables de garantizar el servicio a la salud-, que pueden y pudieron contar con recursos ilimitados para hacerle frente a la enfermedad. Un cargo privilegiado dentro de las esferas del poder puede ser la garantía de poder tratar una enfermedad como lo es el cáncer.
Venezuela se convirtió en el país que tuvo un presidente que murió de cáncer y ahora su población también muere de esta enfermedad. Parce un cuento pero sabemos que no lo es. Tampoco es que la realidad de esto se deba a un proceso de epidemia por inoculaciones llevadas a cabo por el “imperio yankee”, que la revolución llegó a decir en su momento con el Presidente Hugo Chávez, algo descabellado que raya en lo absurdo y en la falta de seriedad del asunto.
¿Qué cáncer tenía Chávez? ¿En qué grado se encontraba su cáncer? Preguntas que no cuentan con respuestas cuando se convierten en los secretos de la revolución del socialismo del siglo XXI, pero lo cierto es que el presidente contó con recursos ilimitados para tratar su enfermedad en Cuba.
A diferencia de éste, en Venezuela hoy los pacientes diagnosticados con cáncer mueren por la falta de recursos en los hospitales públicos y por la falta de libertades económicas impuestas, que impiden que incluso la red de clínicas privadas pueda acceder a las divisas necesarias para la importación y compra de insumos médicos, que requieren para realizar exámenes y cirugías, o para la adquisición de la gama de tratamientos oncológicos que necesitan para la atención de los pacientes. Así que tener recursos económicos tampoco es garantía total de poder tratar un cáncer hoy en Venezuela.
Puede sonar paradójico que en un país cuyo presidente murió de cáncer, no cuente con un sistema de salud que brinde la atención apropiada a su población, pero la realidad es que Chávez era un caudillo y cada institución del Estado debía hacerle culto a su personalidad. Tenerlo en una foto en cada sede institucional al lado de un cuadro de Simón Bolívar, dando a entender que este se asemejaba a cualquier prócer de Venezuela era parte de ese culto.
Ese culto que practican solo los dictadores, busca la supremacía de estos frente a la población. De esta manera la población permite y justifica cualquier acción de este. El resultado de ese culto es una población que en el fondo se siente inferior a su líder dictador.
Esa inferioridad puede medirse en algunas de las reacciones de los seguidores de Chávez, quienes no solo lloraban su muerte sino que en el caso de las mujeres, estas llegaban a decir que preferían morir y no que su líder muriera: “Llévame a mí, pero no te lo lleves a él”. La vida de su líder valía más que la propia.
En un país donde los asuntos sociales giran alrededor de la mujer-madre, (una matrisocialidad diría el sociólogo y antropólogo Samuel Hurtado) que se vive bajo la ausencia de la figura del hombre, -ya sea la representada por la pareja o el padre-, puede encontrar llenar este vacío con la figura de poder que dice ser ahora su protector. Ese país lo entendía muy bien un Estado regido por un Chávez que les prometía bienestar.
La muerte de Chávez a consecuencia de un cáncer nunca se convirtió en un motivo para mejorar los servicios de salud en general y tampoco el de la atención de enfermedades oncológicas, que ya venía en detrimento. El privilegio que este tuvo en contar con todos los recursos para su atención no lo tienen las mujeres venezolanas que hoy luchan contra el cáncer de mama. Las mujeres que no cuentan con los recursos, las que la revolución dice defender y dignificar es la más golpeada por esta.
Tener cáncer en Venezuela ya no es solo enfrentarse a un diagnóstico que suele dar miedo, sino también a la escasez de tratamientos, un ingrediente más que nutre a ese miedo que surge. Un miedo para el que padece la enfermedad y para la familia.
Quien pasa por la experiencia de un cáncer en su familia o de alguien muy cercano al que se aprecia, puede llegar a desarrollar una sensibilidad y una empatía inmediata por cualquiera que también lo padece. Tal sensibilidad parece no desarrollarse en ese socialismo que pregona igualdad social y humanismo, convirtiéndose en una paradoja para quien lo ve desde este punto, y un hecho obvio para quien asume y entiende que bajo estos sistemas de poder el líder y la cúpula son los que importan y no la población.
Por ello, ante el vacío y la inexistencia del Estado en la problemática de salud creada por este, es la sociedad quien a través de la solidaridad busca hacerle frente. Son las fundaciones; son las personas organizadas o no, que buscan mitigar el padecimiento de muchos. Y son los médicos venezolanos que aunque la revolución intenta atarles las manos, buscan como seguir formándose y actualizándose para salvar vidas, porque muchos siguen estando y aportando al país. Esas deben ser las mejores razones para seguir teniendo la esperanza de que el cáncer de mama se puede prevenir, detectar y combatir, pese a la coyuntura del país.
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