El consejo
El dr. Santiago Briceño, fue ilustre abogado, escritor, parlamentario y periodista venezolano del Siglo XIX. Posó la mayoría de su vida en los Estados andinos, donde su influencia civilizadora se tradujo en obras de importancia.
Cuenta el historiador Ramón J. Velásquez, en su libro “Memorias de Venezuela”, Tomo IV, que este célebre nativo de San Cristóbal: -Por su sabiduría, por su conocimiento del país, por su honradez era consultado por doctores y generales en trance de gobernar, pero sus consejos casi nunca eran acatados.-
Por ello no resulta curioso que autores de la talla de Mariano Picón Salas, José Abel Montilla y Domingo Alberto Rangel, entre otros, hayan dedicado su tiempo a llenar páginas que, con distinguida prosa, nos hablan a través de sus libros sobre la vida y acción de este hombre. Quizás, la obra literaria que mejor describe al lector la sapiencia del dr. Briceño es un compendio de cartas que envío a uno de sus hijos.
En marzo del año 1900, recién instaurado el régimen del general Cipriano Castro, el primogénito de Briceño, que era general y también se llamaba Santiago, fue nombrado por el Ejecutivo como Presidente del Estado Sucre. Para aquel momento el nuevo Presidente de la entidad oriental era bastante joven, tenía apenas 32 años de edad. Fue por ello que el padre le escribió una carta desde Táriba el día 27 de abril. A ésta decidió ponerle de título “Consejos y advertencias en el ramo difícil del gobierno y para ayudarlo en sus labores y en el éxito de su misión”, larga frase que demuestra preocupación y la incapacidad de resumir las ideas tras enterarse del nombramiento del hijo para el cargo.
Resulta interesante leer los consejos de un sabio al que ninguno de sus contemporáneos parecía escuchar, especialmente cuando éstos son dirigidos al hijo que acaba de alcanzar una posición de poder en el gobierno de turno.
Comienza la epístola, luego de saludarlo afectuosamente y darle la bendición, advirtiéndole: -Las circunstancias son difíciles y debes tener exquisita prudencia en todas tus decisiones, no aventurarlas y procurar que lleven el sello de la reflexión.-
Inmediatamente salta a las ideas que, desde siempre, ha repetido una y otra vez a todos aquellos que solicitaron audiencia con él en su modesto hogar ubicado en las recónditas cumbres andinas.
-Como punto cardinal debes organizar las rentas, pues para apreciar lo que se puede gastar es necesario saber lo que entra. Cuida evitar el sistema de monopolios inconvenientes por distintas causas, y tener rigurosa economía, enviando en lo posible los gastos los gastos innecesarios y las gangas. Yo soy partidario de dotaciones buenas para empleados buenos y para poder exigir la responsabilidad estricta al que se deslice. Procura evitar fuertes gravámenes sobre artículos de primera necesidad, pues no conviene de ningún modo causar más tristezas a los hogares pobres. En cuenta tú de la renta probable ya estas en capacidad de estimar hasta donde pueden llegar los gastos, los cuales no deben abarcar meramente los sueldos, sino la instrucción del pueblo y alguna obra de utilidad positiva. Los gobiernos no deben ser campos estériles que sólo consumen.-
Luego de mencionar como tratar los asuntos financieros le habla sobre la parte más importante de gobernar. –Te recomiendo de la manera más expresiva que constituyas una administración de justicia honrada, inteligente y del todo correcta. Si en ésto pudiera decirse que se llega a la exageración yo te aconsejo que la tengas. La administración de justicia no solamente es termómetro indicado de la regularidad de los gobiernos, sino pararrayo que previene tempestades.-
También aprovecha la ocasión para mencionar una estrategia con el objetivo de manejar la opinión pública. –El lenguaje oficial es conciso de un periódico que sea tu órgano, bien redactado y en el cual no tenga lugar la inmoderada lisonja y menos la diatriba contra los que no te favorezcan con su opiniones.-
Antes de despedirse, aprovecha la ocasión para decirle: –Procura la unificación de los elementos liberales buenos; y si hay divisiones inalterables guarda el justo medio; decide siempre en rigurosa justicia y procura ahogar los odios, y que de los políticos no se contaminen los hogares.-
Como si todos los consejos mencionados anteriormente no fuesen suficientes, el dr. Briceño se despide de su hijo en la carta dándole el último, tal vez el más importante de todos.
–Medita siempre tus decisiones; nunca las des cuando tu animo esté exaltado por cualquier circunstancia. Aunque la época es de dictadura, procura que tus actos se inspiren en la ley. En el cumplimiento del deber debes ser severo; en ello consiste el carácter, que nunca es la ostentación de la fuerza de que se dispone y cuya manifestación no es la violencia. En el gobierno, en la senda del deber es escabrosa; pero armado de él se debe ir adelante y evitando mancharse con poderes indignos.-
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