Capitalismo y fetichización de la vida

En un artículo previo describí y expliqué brevemente las características de modo de producción capitalista en la actualidad. Parto desde su finalización para exponer aquí cómo dicho capitalismo genera un orden social fetichizado.

 

  • Capitalismo totalitario

 

Decimos que el capitalismo actual pudiera considerarse como totalitario debido a que la organización supraindividual en la cual se sustenta ha ocupado muchos de los ámbitos de la vida cotidiana. Vestir, comer, aprender, dormir, amar, consumir, escuchar se han vuelto acciones humanas susceptibles a la mercantilización con base a lo que son por ellas mismas o por lo que las rodea. La decisión de cómo queremos que estas acciones se desenvuelvan no las determinamos nosotros a plenitud, sino guiándonos parcial o completamente por patrones de consumo consensuados socioeconómicamente.

 

  • Incidencia del capital sobre la dimensión sociocultural

 

Debemos afirmar, por otro lado, que la configuración sociocultural del mundo se ha visto fuertemente determinada por el factor económico. El capital se ha convertido en el elemento que moviliza intenciones humanas en pro de la creación y masificación del contenido, además de ser la clave para la construcción y perfeccionamiento de las plataformas que posibilitan su masificación. Entre más capital se invierta, mayor será la envergadura de la plataforma y del contenido, aspectos determinantes en el consumo de este.

 

  • Brecha de desarrollo y monopolización cultural

 

El proceso de desarrollo no ha sido igual en todos lados. Como diría Carlota Pérez en Revoluciones Tecnológicas y Capital Financiero, las revoluciones se dan por oleadas de desarrollo, haciendo que sus bondades lleguen y se establezcan en determinados sitios antes que otros. Dado eso, hay un grupo específico de países que cuentan con los recursos tecnológicos y económicos para masificar y distribuir su contenido con mayor antelación que otros. Estos países se convierten en los líderes del consumo de bienes y servicios a nivel global.

Como hay una brecha entre estos países y los que están más atrasados que aparentemente no puede ser cubierta, se conforma una especie de monopolización de la cultura; lo que se ve, escucha, saborea, viste y siente es aquello que cuenta con una mayor exposición y más medios para ella, y todo esto como resultado de que el proceso de acumulación originaria de capital no ha ocurrido del mismo modo en todas las naciones del mundo. De esta monopolización de la cultura surge una estandarización cultural o un intento de ella dado que una proporción importante de individuos consume cotidianamente contenidos similares, reduciendo la riqueza cultural propia de la diversidad.

 

  • El discurso de la “libertad”

 

La libertad de elección que posee el individuo no es tal si ahondamos en que está constantemente expuesto a anuncios publicitarios que promocionan las bondades de determinados productos por sobre otros que quizás sean mejores, pero que no son muy conocidos ya que no cuentan con una fuente de capital igual o superior a las mercancías más comerciales. Todo el espectro de cosas que el individuo es capaz de conocer es limitado, por lo que su elección no es del todo plena, y los discursos respecto a ella no serían ciertos.

Es importante también recalcar que el individuo promedio jamás podrá trabajar para poder librarse por completo de contraer deberes laborales, así como el trabajador de la fábrica jamás podrá laborar para asegurar de por vida el bienestar suyo y el de su familia. Puede llegar a percibir un cierto estatus socioeconómico que le permita tener una vida más acomodada, pero tarde o temprano tendrá que disponer de su fuerza de trabajo al mejor postor. Sigue siendo esclavo, solamente que no ve sus cadenas.

 

  • La servidumbre perfecta

 

Respecto a esta servidumbre, a excepción de determinados focos impulsados por determinados movimientos sociales nacionales/regionales/globales, no se pudiera decir que existe una revuelta general hacia el estado del capitalismo actualmente porque los mecanismos ejercidos actualmente nos han llevado a un estado manso donde tenemos la sensación de que el sistema económico, aunque no perfecto, nos permite lograr un estado de bienestar que podemos alcanzar si ponemos de nuestra parte. No obstante, como el modo capitalista de producción establece fines ideales que muy difícilmente pueden ser alcanzados por el ciudadano común, es probable que dicho ciudadano caiga en un estado de frustración dado que no puede cumplir dichos ideales.

 

  • Mercantilización de las cosas

 

En orden de extraer beneficios económicos, cualquier cosa puede ser un artículo de consumo.

Para finalizar, diremos que vivimos en un orden social altamente mercantilizado dado que, en orden de estimular la circulación del capital, todo elemento experimenta un proceso de mercantilización donde se convierte en un artículo de consumo, algo que puede ser vendido y que puede significar una fuente de ingresos para quien lo provea. Los artículos de consumo pueden ser prácticamente cualquier cosa que pueda ser explotada y convertida en dinero. Siendo así, la religión (crucifijos), la música (discos, conciertos, playeras), el arte (souvenirs, cuadros, esculturas), la comida, el ocio, prácticamente todos los ámbitos de la vida humana pueden ser objeto de la mercantilización y de la intervención de factores económicos.

Resumiremos los modos de fetichización a continuación:

  • Monopolización de la cultura dados los efectos del capital.
  • Acaparamiento del contenido cultural y de entretenimiento por parte del capital que se ha acumulado de modo más eficiente.
  • Estandarización de la cultura debido a la sobreexposición de elementos semejantes y a la invisibilización del contenido que no cuenta con un apoyo económico ni tecnológico formidable.
  • Mercantilización de la vida con bases a la producción en masa de artículos de consumo en diversos ámbitos de la vida humana.
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