Las fuerzas para lograr el cambio se están alineado
Editorial #440 – Estamos cerca
Cómo se previó, el 10 de enero fue un punto de inflexión en Venezuela. Lo fue también para el mundo. Maduro y su régimen cruzaron una línea roja y llegaron a un lugar del que no podrán regresar: el de la ilegitimidad absoluta.
Las fuerzas necesarias para lograr el derrumbe del régimen están finalmente empezando a enfilarse con un mismo fin. La presión internacional jamás había sido tan grande ni tan firme demandando el cambio político en el país. La gran mayoría de países y organismos del mundo –con excepción de los pocos cómplices que aún le quedan- han tomado una posición clara: no reconocen la reciente investidura de Maduro.
La fuerza institucional también ha venido ganando impulso, por el inmenso apoyo que ha recibido la Asamblea Nacional y su presidente, Juan Guaidó, y también por el cada vez mayor reconocimiento del Tribunal Supremo de Justicia legítimo y en el exilio.
Por último, la fuerza que está empezando a despertar nuevamente después de más de un año de adormecimiento es la popular, la de la gente. Los últimos acontecimientos le han inyectado esa dosis de esperanza y confianza necesaria después de tanta decepción y traición. A diferencia de los últimos años, la construcción de una unidad de verdad es una posibilidad cierta, una con un liderazgo que no se quiebre ni se venda y cuyo único norte sea la libertad.
Además, con cada nuevo atropello, el oficialismo también ayuda a incrementar este sentimiento de rebeldía entre los venezolanos. Como el cometido contra Guaidó, que en un intento de detención que no duró más que unos minutos y que posiblemente fue el resultado de una creciente pugna interna entre sectores de poder enfrentados, solo logró volver más intocable a quien no pudieron tocar.
Hoy existe la sensación de que si la oposición toma los pasos correctos, la ruta hacia la libertad es irreversible, o como se diría en términos futboleros, de que el balón está en nuestra cancha. No somos ingenuos: después de 20 años de lucha sabemos que es un camino lleno de obstáculos, un partido desigual, porque enfrentamos un adversario con muchos recursos y muy pocos escrúpulos.
También sabemos que de nuestro lado existen traidores y cómplices, que disfrazados de oposición lo único que han hecho y siguen buscando es darle tiempo y oxígeno al chavismo.
Pero, por primera vez en mucho tiempo, vemos que las fuerzas para lograr el cambio se están alineado y volvemos a tener la convicción de que, si hacemos las cosas bien, podemos finalmente lograr el final de esta pesadilla.
La convicción de que estamos cerca.
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