Toda pérdida tiene ganancia y viceversa
En mi archivo mental tengo muchas imágenes de este apagón general, ese que nos sumergió en una oscuridad total creando más incertidumbre y en consecuencia un gran desgaste emocional. Sin embargo me quiero enfocar en las cosas interesante que muchos de nosotros pudimos descubrir.
Descubrí que aquellas personas que no han seguido la propuesta de modernidad en sus equipos, pudieron palear de forma más tolerable esta crisis. Me refiero a los que tenían cocinas a gas, depósitos de agua sin bombas eléctricas, teléfonos fijos de casa que siguen funcionando de la manera tradicional (solo para hacer y recibir llamadas).
Descubrí que la necesidad desmantela los escudos de protección en que estamos envueltos como vecinos, pues apoyándonos entre nosotros se hacía más llevadera la preocupación de no tener control sobre el problema y solo quedaba buscar la solución.
Descubrí que los niños y jóvenes tiene herramientas para entender las crisis desde una óptica fresca y que si los adultos lo permiten, ellos pueden mostrar alternativas para llenar esos espacios de gran silencio con la energía y alegría propia de la juventud.
Descubrí que es válido pegar gritos cuando llegas a un edificio para buscar a algún pariente o conocido al cual no has podido contactar por intercomunicador, teléfono o celular y nadie te regaña ya que la emergencia es para todos.
Descubrí que podemos tener una actitud muy cívica a la hora de colaborar con la comunidad, incluso en aquellos vecinos que sabemos son difíciles por tradición.
Descubrí que el cielo esta inmensamente iluminado con estrellas de diferente tamaño e intensidad en su luz.
Descubrí que puedo bañarme con 7 potes de comida china, incluyendo el cabello.
Descubrí que es verdad el consejo que dio “El profesor Briceño” a través de su programa de radio, sobre lavar los platos y agregar un poco de vinagre en el agua del enjuague ya que nos permite ahorrar el agua al sacar más rápido el jabón.
En total re-descubrí el potencial de muchos venezolanos que sin haber hecho un curso de resiliencia la practican a diario cuando las situaciones extremas los acosan, pero no los acorralan.
Descubrí que para entender y aprobar la materia de economía solo necesitas manejar un “presupuesto” familiar donde los conceptos de inflación, devaluación, hiperinflación y tasas de cambio fluctuantes los aprendes porque sí.
No sé si todos los seres humanos ante unas circunstancias extremas como las que tenemos actualmente en Venezuela se comportarían igual, pero yo como Venezolana quiero creer que tenemos un estilo de manejar los problemas que nos hacen especiales. Ese humor, esa disposición de muchos a tener esperanzas, esa lección tan importante que es separar lo que no puedes hacer de lo que si puedes y avocarte a hacerlo. Esa capacidad de ver donde están las oportunidades e intentar aprovecharlas (aunque muchos fracasen).
Obviamente muchos dirán que también ese humor puede hacer que no terminemos de comprometernos con las metas o que hay otros tantos que son aprovechadores, pero para mi la genética del venezolano es un potencial que solo necesita un marco de reglas claras, un liderazgo sano y eficiente (ya hay muchos), incentivos al respeto y a la honestidad e indudablemente un gran compromiso con la educación continua y permanente (no solo en niños y jóvenes), para incrementar las habilidades que permiten generar el sustento con decoro.
La gran ganancia de esta oscura pérdida, que ha sido inmensa en dolor, en angustias, en alimentos, en productividad, en dinero, etc., es que hay muchos, muchísimos venezolanos que mostraron su luz a pesar de la oscuridad.
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