Aventajado por el silencio

Aceptemos, la mayor ventaja exhibida por el llamado socialismo del siglo XXI fue la de no dar definiciones, ni encontrar quien políticamente se las pidiera.  Simplemente, unos y otros ahorraban todo esfuerzo por dilucidar la propuesta, incluso, para defenderla y – aún – para adversarla.

Nunca fue nuestro propósito, el de convertir a la oposición en una tediosa experiencia académica, pero – sin duda alguna – debió explicarse en el contexto de una propuesta tan opaca, exigiendo las respuestas a un régimen aventajado por el silencio. Por lo demás, régimen que no necesitaba siquiera explicarse a los suyos, pues, su unidad y compactación, más que depender de un proyecto y programa, o del propio carisma de Chávez Fría, lo realizaba el presupuesto público nacional.

Lo más lejos que llegó la dictadura enmascarada, fue a la aprobación de sus tales planes de la patria, cuyo único y previo requisito consistió en incumplir las metas para luego relanzarlas. Y es que tampoco a nadie se le pidió evaluarlas y las sanciones que hizo del instrumento la Asamblea Nacional hasta extremarlo como toda una ley contra-natura, por cierto, faltando obviamente al procedimiento,  quedaron como un ritual de ocasión.

La maquinaria propagandística y publicitaria se encargó del asunto, reduciéndolo a varias consignas de una generalización que, a veces, llegó a la más insolente estupidez.  Excepcionalmente, por citar un trío de ejemplos, Haiman El Troudi versaba sobre la política económica bolivariana, Juan Carlos Monedero pontificaba desde el Frente Francisco de Miranda, o Jorge Giordani impresionaba en el Consejo de Ministros – cuando sesionaba – al invocar  a Gramsci, dando algunas de las pistas que no suscitaban la crítica que pudo esperarse, pero tampoco el entusiasmo definitivo del mandamás, cuya ignorancia lo condenaba a la constante mudanza entre autores y categorías que les parecían sonoros, aparatosamente leídos si el caso lo ameritaba.

La folletería gubernamental tampoco revelaba la naturaleza, características y alcances del socialismo que demolió a la propia clase obrera, nada casual. Los encuentros internacionales, seminarios, coloquios u otros eventos que generó o dijo generar, además de pretextar la correspondiente jornada turística, no se tradujo en una literatura  de las aclaraciones.

Quien transite las páginas de cualquier texto suscrito por Chávez Frías, hallará la retórica de estilo, ambigüedades, lugares comunes y hasta sandeces. Disminuida la contra-respuesta fundamentalmente proveniente de los medios universitarios, sin la fuerza política necesaria, los gremios empresariales, sindicales y profesionales la intentaban de acuerdo a la vaguedad que juzgaban indispensable para sobrevivir.

La catástrofe humanitaria, la censura y la represión, nos pusieron en solfa con las intenciones y pretensiones del poder establecido. Sin embargo, augurándole un cupo en nuestro común futuro, hay quienes – propios y extraños – se resisten a debatir este socialismo tan real, como el que más.

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