Nos están metiendo en el mismo callejón sin salida
Editorial #459 – Tanto para terminar en nada
La sensación que está empezando a ganar terreno entre los venezolanos y sus aliados en el mundo es que, una vez más, todo se está enfriando.
Esto no debe sorprendernos. Hace tiempo advertimos, incluso en medio de la euforia de muchos que nos criticaron, que si no se hacía lo correcto, podíamos perder la mejor oportunidad para sacar a las mafias que tienen secuestrado al país.
Lamentablemente, muchos errores se cometieron. Momentos que debieron haber sido hitos para generar el quiebre se convirtieron en factores de decepción, no solo para la gente, sino para esos aliados internacionales que, como nunca antes, esta vez se la jugaron por Venezuela.
Algunos ejemplos de esto son lo ocurrido el 23 de febrero con el ingreso “Sí o Sí” de la ayuda humanitaria, o el día que el presidente (E) Juan Guaidó apareció en una tarima rodeado de lo peor de la “oposición”, y no podemos olvidar el 30 de abril, cuando todos nos levantamos con la noticia de que “había llegado el momento” y el día terminó con un grupo de militares y diputados pidiendo asilo en embajadas.
Sin embargo, peor que equivocarse es no aprender de los errores. Hace pocos días nos enteramos por una filtración en redes que una comisión, integrada por personas poco representativas de la oposición, se encontraba en Noruega, junto a algunos de los dirigentes más destacados del régimen chavista, “negociando” aún no sabemos qué. Guaidó se vio obligado a admitir que la información era cierta y el régimen la usó para mostrarse propenso al “diálogo” y a la “paz”. Casi inmediatamente después, propuso adelantar las elecciones…de la Asamblea Nacional. Otra buena burla.
Visto en perspectiva, cada una de estas fallas ha venido menguando no solo el apoyo interno a Guaidó, sino también el externo, sobre todo el de los aliados más importantes que tenemos, como Estados Unidos, Brasil y Colombia. El desconcierto ha empezado a arropar a algunos, la desconfianza a otros. Y, como consecuencia inevitable, la desmoralización también empieza a aparecer nuevamente.
La realidad es que si esto ocurre, las consecuencias serán terribles, mucho peores que en cualquier momento anterior, no solo para Venezuela, sino también para la región. La consolidación por un tiempo más del régimen chavista en las actuales condiciones del país no solo significaría una miseria, destrucción y persecución nunca antes vista, sino también una ola migratoria sin precedentes hacia los países vecinos que ya empiezan a preocuparse por las consecuencias que ésta tiene en sus economías.
Como si no fuera suficiente, en las últimas horas el gobierno de Noruega informó que esta semana una segunda ronda de diálogo se llevará a cabo en Oslo, con la participación de representantes del régimen y de la oposición.
El presidente (E) Guaidó salió rápidamente a aclarar que el fin de ese acercamiento es el cese de la usurpación. Nosotros nos preguntamos, si Guaidó dice la verdad, ¿para qué suma entonces a su comitiva al experto electoral y exrector del CNE, Vicente Díaz?
Todo indica que nos están metiendo en el mismo callejón sin salida de siempre. Ojalá estemos equivocados, porque sería trágico que después de tanto, todo termine una vez más en nada.
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