Economía del conocimiento
Históricamente nos han dicho que la Economía es la ciencia que se ocupa de la administración de recursos escasos en orden de satisfacer las necesidades básicas de una población. Estos recursos no son infinitos, y son notablemente inferiores en cantidad en su relación directa con la población a la cual están destinados a satisfacer en su forma bruta o después de haber sido preparados.
Esa sería la definición clásica de Economía, que puede deducirse de los libros de los textos de los economistas políticos clásicos (en sus inicios, la Economía era conocida como Economía Política). En esos tiempos, siglos XVIII y principios del XIX, la Economía Política se ocupaba únicamente de los recursos tangibles, es decir, aquellos que se pueden manipular, tocar, sentir. Estos eran los recursos con los cuales se podía poner en funcionamiento un país o territorio desde su perspectiva.
La actividad económica ha experimentado grandes cambios desde un cierto tiempo hasta ahora, cambios relacionados con la especialización de las profesiones, el desarrollo de los medios de comunicación, la creciente interconectividad mundial, entre otros factores. Ahora, la actividad económica no se desenvuelve tanto por el trabajo físico en bruto de un individuo, sino por el trabajo apoyado y sustentado por el conjunto de saberes, información, y datos. La economía actual se encuentra movilizada en gran parte por el conocimiento.
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El papel actual de conocimiento en las profesiones
El “saber hacer” se ha adelantado uno o dos pasos del simple “hacer”. La Revolución Industrial inglesa del siglo XIX no necesitaba trabajadores altamente estudiados en las fábricas, sino mano de obra capaz de ejecutar labores simples en la cadena de montaje; el nivel educativo no era un elemento decisorio, pero esto ha cambiado.
En la actualidad se desarrollan diversas profesiones que requieren practicantes con un mínimo necesario de acervo de conocimiento para la ejecución de las labores correspondientes. La formación académica y el aumento de las posibilidades de estudio han hecho que las empresas busquen personal cada vez más capacitado para cumplir funciones en todos sus niveles; la experiencia laboral y académica han adquirido un peso específico irremplazable al momento de evaluar quiénes están más preparados que otros para determinado cargo.
Se quieren personas que, por medio de los datos e información recolectados en un ámbito específico, puedan ejercer funciones precisas. Se espera que un abogado sepa de leyes, que un cardiólogo esté familiarizado con el corazón, que un redactor conozca cuáles técnicas de escritura aseguran un texto más entendible, etcétera. El término “mano de obra” está cayendo en desuso porque se busca algo superior a eso, se buscan individuos formados y conocedores.
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Conocimiento compartido y abundante
A diferencia de los recursos tangibles, carbón, petróleo, hierbas, lana, que se desgastan y reducen en existencia (siendo el petróleo el único no renovable), el conocimiento no disminuye entre más lo empleemos, todo lo contrario, se hace más rico y vasto. Perspectivas diferentes no son necesariamente contradictorias; la probable complementariedad entre ellas puede cubrir aspectos que unilateralmente a lo mejor no podían ser considerados.
Por otro lado, el uso de conocimiento no es prohibitivo. El conjunto socializado de datos e información está abierto para ser usado por quien se muestre interesado; si yo sé cómo la presencia de otras personas a mi alrededor afecta mi comportamiento, usted puede leer los libros y escuchar las exposiciones que me han facilitado esa información si los busca por su cuenta o si me pide compartírselos.
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La riqueza de lo intangible
¿La economía del siglo XXI aún se define por la administración de recursos escasos? Si consideramos al conocimiento un recurso y fuente de riqueza, tomando en cuenta también la creciente profesionalización del trabajo en tiempos recientes, pudiera decirse que sí. No obstante, aún el mundo se sostiene por los recursos tangibles, al menos hasta el agotamiento de las reservas de petróleo.
La masificación de energías alternativas pudiera considerase como un triunfo de la intangibilidad sobre lo tangible porque detrás de ellas hay un universo científico que hace posible su uso. El concepto de economía de los economistas políticos clásicos quedará desfasado, momento en el que se hará común y dominante un nuevo paradigma, la economía del conocimiento.
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