La oscuridad existe no solo en la economía
Editorial #460 – Cifras que matan
De manera sorpresiva y después de varios años de silencio, el Banco Central De Venezuela publicó la semana pasada algunos datos sobre el estado de la economía venezolana.
Lo revelado confirma la alarmante crisis que vive el país: una contracción del Producto Interno Bruto de 45%, una pérdida de la actividad económica de más del 50% y una inflación de más de 130.000% solo en 2018.
Estos números confirman que Venezuela padece la peor crisis económica en su historia y una de las peores en la región. Sin embargo, incluso así, no reflejan la real magnitud del drama que viven los venezolanos ni el nivel de destrucción que ha causado el chavismo.
Según datos publicados a principios de año por la Asamblea Nacional, la hiperinflación en 2018 habría alcanzado el 1.700.000%, es decir, 13 veces más de lo que el régimen admite. En lo que sí coinciden las cifras de unos y otros, es en que desde la llegada de Maduro a Miraflores, la economía del país es hoy la mitad de lo que era.
Algunos organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial también publicaron hace algunas semanas datos relacionados a la economía venezolana que se asemejan más a los de la AN que a los del BCV.
Oficialmente, el FMI se declaró “incapaz” de evaluar los datos presentados por el BCV, sin embargo, lo publicado la semana pasada por el BCV difiere de las estimaciones del organismo internacional en su último reporte sobre las perspectivas de la economía mundial, que señalan una contracción del PIB de 61% desde 2013 y una hiperinflación de 1.370.000% para 2018. Además, tanto el FMI como el BM coinciden en que la hiperinflación podría superar los 10.000.000% este año. Una tragedia inédita por donde se mire.
Mucho se puede especular sobre los motivos por los cuales, después de tantos años, el oficialismo admite el catastrófico estado de la economía. Seguramente mucho tuvo que ver la presión recibida por sus socios más importantes, como chinos y rusos. Sin embargo, lo verdaderamente alarmante es que esta oscuridad existe no solo en la economía, sino también en todos los sectores del país.
Nadie sabe el estado real de los hospitales ni de la industria petrolera. Tampoco conocemos las cifras de cuántas personas mueren por falta de medicinas ni conocemos a ciencia cierta el número de venezolanos que ha perdido la vida víctimas de la violencia. Ni hablar de índices de educación, nutrición o sanidad.
De lo único que tenemos certeza es que cuando finalmente nos enteremos de la magnitud de esta tragedia socialista, sorprenderá a todo el mundo.
Porque estas no son solo cifras que revelan datos, son cifras que matan.
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