Lamentablemente, no nos equivocamos
Editorial #463 – El daño está hecho
La semana pasada afirmamos que la visita a Venezuela de la señora Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, era una mala noticia. Advertimos que terminaría en una legitimación del régimen de Nicolás Maduro y en una repartición de culpas de “ambas partes” entre víctimas y victimarios. Lamentablemente, no nos equivocamos.
El resultado de la misión fue incluso peor de lo esperado. La señora Bachelet no reconoce a Juan Guaidó como presidente (E) de Venezuela. Para ella, Nicolás Maduro es el presidente y Guaidó solo la cabeza de la Asamblea Nacional.
La expresidenta de Chile, junto a la comisión que la acompañó, escuchó testimonios de ambas partes, aunque las fotos con los más altos jerarcas del chavismo fueron las que causaron una gran indignación. Muchos de ellos no solo usurpan los poderes del Estado venezolano, sino que están incluso sancionados por Estados Unidos y otros países acusados de graves delitos. Ella posó sonriente.
Otro de los aspectos que causó molestia en los venezolanos fue que Bachelet aseguró estar “preocupada por las consecuencias de las sanciones de los Estados Unidos”. Estamos seguros que una persona con su trayectoria y su actual cargo está muy consciente de que la catástrofe humanitaria que padece Venezuela comenzó mucho antes de la primera sanción aplicada al régimen y que es directa consecuencia de un modelo diseñado para sumir a un país en la miseria y eternizarse en el poder.
Como si todo lo anterior no fuera suficiente, después de la anticipada repartición de culpas entre ambos bandos, los exhortó a que intensifiquen sus esfuerzos a favor del diálogo, con lo cual le da un espaldarazo a la farsa de Noruega y a una ruta que la gran mayoría en Venezuela está consciente de que solo sirve para darle tiempo y oxígeno a Maduro.
Ante un escenario tan negativo para la larga lucha de los demócratas venezolanos, no podían faltar algunas voces “opositoras” celebrando la misión. Rescatando incluso como un logro las lágrimas de Bachelet al escuchar las terroríficas historias de familiares de muertos, presos y torturados por motivos políticos. Definitivamente hay quienes jamás aprenderán a diferenciar lo útil de lo inútil en una feroz lucha por la libertad del país.
Alguien escribió en Twitter que el anuncio más positivo que hizo la señora Bachelet en la rueda de prensa que ofreció desde el aeropuerto de Maiquetía era que se iba. Estamos de acuerdo: su visita fue el último de una serie de errores que han puesto en estado de coma a la mejor oportunidad que tuvimos de salir de la pesadilla chavista.
La visita de la señora Bachelet terminó, pero el daño está hecho.
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