El cambio es mucho más difícil de lograr si se hace de a poco
Editorial #473 – Volver al pasado
Si no tomamos en cuenta a la economía venezolana, tan anormal que es un factor de distorsión en cualquier medición, la de Argentina es la que más dificultades atraviesa en la región.
Algunos índices ya venían preocupando desde hace un tiempo porque no podían ser controlados, como la inflación, que terminará el año en más de 60%, o la pobreza, que según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), se encuentra en valores cercanos al 35%.
Sin embargo, el verdadero colapso lo vimos desde el 12 de agosto, un día después de las elecciones PASO en las que el candidato peronista, Alberto Fernández, se impuso al presidente Mauricio Macri 49,19% a 33,12% de los votos afirmativos. Las acciones cayeron hasta 72% y los bonos 55%, mientras que el dólar saltó 38%, cotizándose ahora en $60, mientras el riesgo país se triplicó superando los 2.500 puntos.
Las empresas argentinas que cotizan en bolsa perdieron la mitad de su valor desde las elecciones, hace solo tres semanas, como respuesta a la disparada del riesgo país, el derrumbe de los bonos y la suba del dólar. Las más golpeadas fueron las del sector bancario y energético. Los números no mienten: la economía argentina se encuentra en su peor momento en muchos años.
Nadie que tenga un poco de información y criterio puede responsabilizar de lo que ocurre solo al gobierno de Macri. Es cierto que también se equivocó, sobre todo en la forma en la que encaró una herencia de 12 años de kirchnerismo que dilapidó grandes recursos en un modelo populista e irresponsable. Hoy es evidente que el mayor error de Macri fue el gradualismo.
Sin embargo, en honor a la verdad, esto tampoco es solo culpa de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Lo que sucede en Argentina es similar a lo que pasa en Venezuela en el sentido de que hoy estamos pagando las consecuencias de décadas de un modelo que, en el caso argentino, viene desde la época de Perón.
La llegada de Mauricio Macri al poder hace menos de cuatro años abrió una ventana de oportunidad inédita para romper con décadas de peronismo, socialismo y populismo. Muchos nos ilusionamos pero la realidad fue mucho más dura, porque no se requiere solo un cambio económico o político, sino sobre todo uno cultural, que es el más complejo de alcanzar.
Una lección que podemos aprender de la experiencia argentina es que el cambio es mucho más difícil de lograr si se hace de a poco. Es mejor, cuando se tiene el apoyo y la confianza de la gente y con todos los riesgos que eso implica, intentar concretar las correcciones estructurales básicas lo antes posible.
No hacerlo puede transformar una gran oportunidad en lo que hoy enfrenta Argentina: una nueva crisis y la posibilidad de volver al pasado.
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