Cambiaron los actores y las sedes, pero no el final
Editorial #476 – La misma piedra
Son más de 20 años en los que Venezuela se encuentra sumergida en un proceso destructivo que arrasó con todo lo que en el país se había construido en términos de democracia, república e instituciones. Peor aún, el chavismo también parece haber destruido el sentido común.
Ejemplos sobran, pero quizá algunos de los más emblemáticos sean los “diálogos” que desde el 2003 se han llevado a cabo en cada una de las peores crisis que atravesó el régimen. Han sido por lo menos 9 procesos durante los últimos 15 años, que siempre han comenzado cuando el régimen está contra las cuerdas, que si bien han variado en sus actores, siempre han terminado en lo mismo: en nada.
Las sedes cambiaron con el tiempo: Venezuela, República Dominicana, Noruega y hasta Barbados. El chavismo y sus interlocutores de turno lograron seducir exitosamente a mediadores reconocidos para hacerlos parte del show, incluso sumando en algún momento al mismísimo Vaticano y, esta última vez, a las autoridades del Estado Noruego. A todos los arrastraron al mismo destino: a la vergüenza.
Debemos admitir que cuando cada uno de estos procesos termina inevitablemente en el fracaso y se transforma en más tiempo y oxígeno para el régimen, surge un gran coro de voces que condena el haber caído nuevamente en el engaño y exige que no se vuelva a repetir.
Sin embargo, de manera inexplicable, poco tiempo después va tomando forma un nuevo proceso, con leves cambios, en el que basta con tener un poco de memoria y algo de sentido común para darse cuenta que va a terminar en lo mismo de siempre.
Hoy, no solo acaba de fracasar un nuevo proceso de “diálogo” en Barbados con la mediación de Noruega, sino que, de manera casi inmediata, ya ha empezado a tomar forma el próximo capítulo.
Esta vez, con un sector que nunca debió ser llamado opositor, compuesto por Timoteo Zambrano, Claudio Fermín, Henry Falcón, Felipe Mujica y otros, ya que desde hace tiempo han dado muestras de ser en realidad el chavismo disfrazado de oposición.
Es por eso que, ante un nuevo fracaso y el asco de ver a el chavismo de oposición quitarse finalmente la careta, el verdadero liderazgo democrático tiene una nueva oportunidad de agruparse y retomar la ruta que nos lleve finalmente a la libertad.
De su lado tiene no solo, una vez más, la razón, sino también la credibilidad y confianza necesarias para liderar a esa gran mayoría de venezolanos que está comprometida en terminar con la tragedia que vive y que es consciente de que cada día que pasa, se mide en más muerte y destrucción.
Lo que no puede volver a ocurrir nunca más es levantarse y volver a andar para terminar tropezando de nuevo con la misma piedra.
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