Miranda y la música
El generalísimo Francisco de Miranda no necesita introducción alguna, fue grande entre los grandes. Su gloria militar lo llevó a ser Mariscal de Campo y Comandante de los Ejércitos de Francia, por ello su nombre figura en el Arco de Triunfo de París y su retrato en la Galería de Versalles, pero quizás más grande aún que su fama de guerrero sea su talla de respetado intelectual.
En un capítulo llamado “El precursor”, de la obra “La ciudad y su música: crónica musical de Caracas” de José Antonio Calcaño”, dice el autor que “El Gran Americano Universal” –fue una figura digna de mencionarse en el mundo de nuestra música, a pesar de no haber sido compositor.-
¿Por qué afirma esto José Antonio Calcaño? Se preguntará el lector. Se debe a que poco sabe la gente que Miranda era un flautista diestro, aprendió a tocar el instrumento en su Caracas natal y además de ello era un melómano empedernido.
-Al llegar a España en su primer viaje, cuando tenía veinte años, vio en un museo de Madrid una pequeña figura mecánica de un flautista, y anota en su diario que la figura y sus movimientos están concebidos de una manera muy realista, puesto que hace los movimientos de cabeza indispensables para poder sonar la flauta. En efecto, todo flautista tiene que forzosamente mover la cabeza hacia atrás para tomar aliento, pero esta circunstancia no la conoce quien no haya tocado ese instrumento.-
En varias biografías del prócer se menciona el hecho que cuando estaba en campaña militar solía llevar consigo su flauta. En las noches, después de la cena, redactar correspondencia, anotar entradas en su diario y antes de acostarse a leer sus libros, sacaba partituras e interpretaba melodías en su tienda. No podía pasar un día entero sin escuchar música o hablar de ella y las bondades que brindaba al alma.
El general Francisco de Miranda era un hombre con profundos conocimientos artísticos, obtenidos durante muchos años de lectura, de práctica y contactos con los más importantes y destacados artistas y literatos de su tiempo, pero la verdad es que encontró en la música una verdadera pasión.
De sus viajes por toda Europa existen múltiples referencias en sus crónicas sobre este tema. Se la pasaba asistiendo a óperas, conciertos y obras de teatro, sobre los que anotaba posteriormente apuntes en su diario con frases de atinada crítica artística. Tan solo por citar un par de episodios se puede decir que en Rusia se enamoró del sonido de un coro de trompetas, en Viena fue a visitar al ilustre músico Joseph Haydn, con quien sostuvo una larga conversación sobre la belleza de la música, y, según relata en sus anotaciones cotidianas, logró que el padres de la Sinfonía modificara en algo sus opiniones con respecto a varios compositores. No solo eso, también entabló una gran amistad con el compositor vienes y en más de una ocasión lo acompañó con su flauta mientras este tocaba el piano.
Sobre la primera visita a Haydn anota Miranda en su diario: -El famoso Haydn, para quien traje cartas, me acompañó inmediatamente e hizo ver todo el Palacio, Librería, Galería de Pinturas, Cascadas, Teatro, etc. El teatro que representa todo el año, le cuesta al Príncipe Nicolás Esterhazy 30.000 florines anuales y los sueldos son vitalicios. Por la noche asistí a la Ópera y allí vi al Príncipe, su sobrina y su amante, mujer vulgar; él tendrá cerca de 70 años. La representación fría. La orquesta 24 instrumentos. Haydn tocaba el clave.-
Además de todo esto en su diario aparecen inventarios de sus pertenencias en los que figuran numerosas composiciones que tocaba con su instrumento de viento. También se conoce que en la biblioteca de residencia londinense, 56 Grafton Way, había un gran piano, bastante moderno para la época, instrumento que estudió y aprendió a tocar algunas melodías, pero sin la destreza con la que manejaba la flauta.
Con toda la importancia que tenía el generalísimo Francisco de Miranda, según consta en sus memorias y extensa correspondencia, como crítico de artes plásticas, sus comentarios sobre la música son realmente particulares, están a la par de sus conocimientos sobre la historia universal o literatura.
Tras su vuelta a Venezuela, su corta aventura militar en tierra patria por la causa de su libertad, y la caída de la Primera República, la buena estrella de Miranda se apagó para siempre. Fue puesto preso por Simón Bolívar y fue entregado al Capitán realista Domingo de Monteverde. A cambió de la entrega de generalísimo a los españoles, el joven Bolívar consiguió pasaporte al exilio.
El generalísimo Francisco de Miranda pasó los últimos años de su vida encerrado en La Carraca, una temida prisión en Cádiz. Es posible que el sonido de su flauta haya sido el único consuelo durante su encierro y hasta el día de su muerte, el 14 de Julio de 1816.
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