Marx y Bolívar
Hay pocas personas tan conocidas en el mundo de las letras y política como el filosofo e intelectual prusiano Karl Marx, autor de las obras “Manifiesto Comunista” y “El Capital”, libros cuyas ideas, más de siglo y medio después de haber sido publicadas, continúan influenciando la política mundial de manera macabra, causando estragos de hambre, pobreza e ignorancia en los países que han sido gobernados por regímenes tiránicos afectos a su doctrina.
Entre las naciones que hoy sufren el anacronismo de una dictadura de rasgos comunistas, proyectos que a través de la historia de los últimos cien años han probado ser ineficaces y prometer cruel destino a sus líderes, se encuentra la República de Venezuela, territorio que alguna vez tildó el cadáver del Cuartel de la Montaña como bolivariano y marxista.
Lo que la gran mayoría de venezolanos ignora, al igual que el fallecido hablador de pistoladas, es que Karl Marx, durante la época que era cronista del importante periódico londinense THE NEW DAILY TRIBUNE, colaboró en el proyecto titulado NEW AMERICAN CYCLOPEDIA, redactando una condensada biografía del Libertador, que fue publicada en el volumen tres de dicha enciclopedia en 1858.
Los apuntes realizados por el autor resaltan su desprecio por la figura del Libertador, principalmente por su origen mantuano. También le imputa el pecado –que pese a las instancias de su primo José Félix Ribas, rehúso adherirse al movimiento que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810. Pero, con posterioridad a ese acontecimiento, aceptó la misión de ir a Londres para comprar armas y gestionar la protección del gobierno británico.-
El autor comenta que sus diligencias ante las autoridades británicas terminaron en fracaso, pues: –Bolívar no obtuvo más que la autorización de exportar armas abonándolas al contado y pagando fuertes derechos.-
También dice que cuando el General Miranda, Comandante en Jefe de las fuerzas de Mar y Tierra, persuadió al joven Bolívar para que aceptara el rango de teniente coronel en el estado mayor y mando de Puerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela, éste último fue el culpable de su pérdida, el colapso de la Primera República y quien traicionó a Miranda a cambió de un pasaporte firmado por Monteverde para salvar el pellejo.
Dejemos sea el mismo Karl Marx quien nos narre los hechos:
-Cuando los prisioneros de guerra, que Miranda enviaba regularmente a Puerto Cabello para mantenerlos encerrados en la ciudadela, lograron atacar por sorpresa la guardia y la dominaron, apoderándose de la ciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban desarmados, mientras que él disponía de una fuerte guarnición y un gran arsenal, se embarcó precipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo ocurría ni a sus propias tropas, arribó al amanecer a Guaira y se retiró a su hacienda de San Mateo… Cuando la guarnición se enteró de la huida de su comandante, abandonó en buen orden la plaza, a la que ocupan de inmediato los españoles al mando de Monteverde… Este acontecimiento inclinó la balanza a favor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, por encargo del Congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente a Venezuela al dominio español… El 30 de Julio llegó Miranda a La Guaira, con la intención embarcarse en una nave inglesa… Mientras visitaba al coronel Manuel María Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron de que se quedara, por lo menos una noche, en la residencia de Casas.-
Sobre como el Libertador traicionó al “Gran Ilustre Americano” anota el escritor germano lo siguiente:
-A las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con soldados armados, se apoderaron de su espada y pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde. El jefe español lo remitió a Cádiz, donde Miranda, encadenado, murió después de varios años de cautiverio… Ese acto, para cuya justificación recurrió al pretexto de que Miranda había traicionado a su país la capitulación de La Victoria, valió a Bolívar el especial favor de Monteverde, a tal punto que cuando el primero le solicitó su pasaporte, el jefe español declaró: «Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con la entrega de Miranda».-
Continúa relatando Marx que durante algún tiempo prosiguió la guerra, bajo la forma de escaramuzas, sin que ninguno de los contrincantes obtuviera ventajas decisivas. En junio de 1814 Boves, tras concentrar sus tropas, marchó desde Calabozo hasta La Puerta, donde -los dos dictadores, Bolívar y Mariño, habían combinado sus fuerzas. Boves las encontró allí y ordenó a sus unidades que las atacaran sin dilación. Tras una breve resistencia, Bolívar huyó a Caracas, mientras que Mariño se escabullía hacia Cumaná.-
Luego de aquello Valencia y Puerto Cabello cayeron en manos del demonio asturiano, quien se tomó como misión divina crear caos y terror por mero gusto.
-Bolívar evacuó a La Guaira, ordenó a los barcos surtos en el puerto que zarparan para Cumaná y se retiró con el resto de sus tropas hacia Barcelona… Abandonó furtivamente a sus tropas, esa misma noche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pese a las airadas protestas se embarcó de inmediato en el «Bianchi», junto con Mariño y otros oficiales. Si Ribas, Páez y los demás generales hubieran seguido a los dictadores en su fuga, todo se habría perdido. Tratados como desertores a su arribo a Juan Griego, isla Margarita, por el general Arismendi, quien les exigió que partieran, levaron anclas nuevamente hacia Carúpano, donde, habiéndolos recibido de manera análoga el coronel Bermúdez, se hicieron a la mar rumbo a Cartagena. Allí a fin de cohonestar su huida, publicaron una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes.-
Por estos dos hechos, la pérdida de Puerto Cabello en 1812 y su huida de Caracas en 1814, Marx bautiza al Libertador en su biografía como el “Napoleón de las retiradas”.
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