La realidad hoy es otra y negarlo sería un sinsentido
Editorial #482 – Recalcular
Salvo que ocurra algo extraordinario e inesperado, a esta altura del año podemos afirmar con pesar que Venezuela pasará una Navidad más con el régimen chavista en el poder.
Desde hace mucho tiempo, una época que debería ser la más alegre del año para las familias venezolanas, se ha vuelto un martirio debido a la miseria en la que se encuentran. Esta vez quizá duela más que nunca. No solo porque estamos cada vez más hundidos en el profundo hueco socialista, sino porque nunca como este año estuvimos tan cerca de salir de esta tragedia.
La realidad hoy es otra y negarlo sería un sinsentido. Lo que ocurre con la comunidad internacional es quizá el ejemplo más evidente del cambio en la ecuación política que nos obliga a recalcular nuestra ruta.
Lo mejor que le pudo pasar al régimen chavista es que otros conflictos regionales le hayan quitado el foco y la presión internacional. Por eso es que hay que ser muy ingenuo para creer que todo es casualidad.
Por increíble que parezca, todavía hoy hay quienes no se han dado cuenta del proyecto socialista que se viene gestando en la región y la amenaza que éste representa. Lo hemos repetido infinidad de veces: el Foro de Sao Paulo trabaja arduamente en la perpetuación de sus socios en el poder y en la desestabilización en los países donde aspiran apropiarse de él.
Sin embargo, ahora también aparece el Grupo de Puebla, un nuevo factor político-diplomático que pretende reemplazar al debilitado Grupo de Lima. Este proyecto tendrá a la vanguardia a México y Argentina, pero aspira estar acompañado de otros gobiernos como los de Bolivia y Uruguay -si es que sus respectivos gobiernos logran aferrarse al poder- y de otros partidos y movimientos políticos de izquierda en la región.
Cuando entre enero y marzo insistíamos en que había que acelerar y profundizar las acciones en Venezuela, no era por «radicales» ni «impacientes», sino porque temíamos que ocurra precisamente lo que hoy sucede en la región: un cambio de mapa político que dificulta nuestra lucha por la libertad.
Nunca más las condiciones serán tan favorables como a principios de este año, ni local ni internacionalmente. Sin embargo, más allá de que las condiciones hayan cambiado, lo que no puede variar es nuestra determinación a lograr de manera efectiva la libertad de Venezuela.
Rendirse nunca fue, no es, ni será jamás una opción. Pero insistir en un camino que no nos ha llevado al puerto deseado tampoco lo puede ser. Lo más prudente hoy por parte de la dirigencia política y el liderazgo opositor sería recalcular la estrategia con un solo objetivo: cumplir la ruta planteada desde el primer día: cese de la usurpación, gobierno de transición y, luego, elecciones libres.
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