Lo único más difícil que preservar la libertad, es recuperarla después de haberla perdido
Editorial #493 – No perdamos el foco
Lo que ocurre en Bolivia sigue siendo motivo de aprendizaje y admiración en la región. Luego de la histórica hazaña del último octubre en la que un pueblo unido se levantó contra quienes pretendían perpetuarse en el poder, ahora el país avanza en una transición que pacificó e país y que terminará en nuevas elecciones generales, libres y transparentes, el próximo 3 de mayo.
Hasta el momento, son seis las candidaturas presidenciales confirmadas, cinco de fuerzas democráticas cuyos candidatos son la actual presidente interina Jeanine Añez, los expresidentes Carlos Mesa y Jorge “Tuto” Quiroga, el líder cívico Luis Fernando Camacho y el pastor evangéico Chi Hyun Chung. Por su parte, el partido de Evo Morales, el MAS, confirmó la candidatura del exministro de economía, Luis Arce.
El escenario actual no deja de ser complejo. Después de 14 años de régimen autoritario de Evo, es comprensible que las expectativas que los ciudadanos tienen de la clase política sean muy grandes y, por lo tanto, fácilente defraudadas. Sin embargo, no podemos perder la perspectiva ni alejarnos de la realidad: en política, todo es política; en Bolivia y en cualquier parte.
Es por eso que no podemos desmoralizarnos ni decepcionarnos porque las cosas no sean perfectas. Eso no quiere decir que no tengamos el derecho, y hasta la obligación, de criticar lo que no nos parece correcto.
Sin embargo, ante acciones que no son lo que esperábamos y que no están a la altura de nuestras expectativas, levantar las manos y decir que «es lo mismo de antes» o que «nadie sirve» no solo es simplista, sino también es equivocado.
No olvidemos de dónde viene Bolivia: el país había caido en las garras del Foro de Sao Paulo y estaba en camino de permanecer bajo su yugo por quién sabe cuántos años más. No es exagerado decir que estaba encaminado a padecer los mismos males que hoy vemos en Venezuela, Cuba o Nicaragua, donde se ha perdido la democracia, las instituiones y hasta la república.
El rol que tenemos como ciudadanos es seguir luchando todos los días para tener un mejor país, conscientes que no será fácil ni rápido. Y estar muy alertas porque lo que jamás se puede permitir es que se nos arrebate nuevamente la libertad.
La mejor forma de preservarla es exigir propuestas y no solo promesas de quienes decidan ser candidatos y ser parte vigilante de la construcción del mejor país posible.
La clase política también tiene la tarea de comprender que las elecciones de mayo no son el principio del nuevo proceso democrático, sino el final del proceso de liberación para llegar recién a una nueva etapa democrática.
Nosotros, como ciudadanos, después de todo lo que vivimos, ya sabemos que lo único más difícil que preservar la libertad es recuperarla después de haberla perdido.
Es por eso indispensable que, a esta altura del camino, no perdamos el foco.
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