Los cómplices del régimen se organizan para estabilizar a la tiranía
Editorial #495 – Ni fácil, ni imposible
Nicolás Maduro se acerca a estar en el poder casi la mitad del tiempo del que Hugo Chávez mandó en Venezuela. Ese 19 de abril de 2013, en el que Maduro asumió la Presidencia, para muchos hubiera sido imposible imaginar, que, casi seis años después y con una nación devastada, seguiría aferrado al cargo. Hoy, esa pesadilla es una realidad.
En estos años ha ocurrido de todo en el país. Desde los abusos más grandes de los que la región haya sido testigo hasta las luchas más heroicas de un pueblo que, a pesar de la miseria y la persecución, se niega a rendirse.
Hoy, con más de dos décadas de las mafias chavistas en el poder, el peor error que podríamos cometer es caer en la negación. Quienes desde hace muchos años luchamos por el rescate de la libertad, la república y la democracia de la región, y a pesar de miles de muertos, heridos, detenidos y exiliados, hemos fracasado en Venezuela. Por ahora.
Reconocerlo es indispensable, porque es la única manera de encontrar la salida a este laberinto de una forma diferente a cualquiera de las anteriores. No podemos volver a cometer los mismos errores del pasado para tener el mismo resultado de siempre.
Es justamente por eso que alarma ver a algunos analistas y políticos sumergirse en debates estériles sobre temas tan irrelevantes como repetidos, que solo sirven para distraernos del foco principal y darle tiempo al chavismo. Como el que plantea si el CNE será nombrado por tal o cual poder, o si habrá alguna “mejor” condición electoral, o si existe la posibilidad de un nuevo “diálogo” auspiciado por los más cercanos aliados del chavismo, como España, México o Argentina. Todo eso es pura pérdida de tiempo.
Cualquier evento electoral antes de que se concrete el cese de la usurpación y el desalojo del poder de las mafias, o un “diálogo” de cualquier tipo, sería volver a caer en el mismo pozo de siempre del que tanto nos cuesta salir.
Hoy tenemos una oportunidad de oro para derrotar al régimen. La gira del presidente (E) Juan Guaidó por varios países, que terminó con el firme apoyo del gobierno de los Estados Unidos, le da un nuevo impulso en el momento en el que más lo necesitaba. Sin embargo, podría durar menos que los anteriores, por lo que actuar con celeridad es indispensable.
El tiempo apremia, porque los cómplices del régimen en la región y el mundo también se organizan para estabilizar a la tiranía. Además de Cuba, Rusia y Nicaragua, los más recientes hechos nos muestran que países como España y México también apuestan a la permanencia del chavismo en el poder.
Para eso, conscientes de que la economía ha sido en los últimos años uno de sus pilares más débiles, no solo buscan aplicar válvulas de escape en lo local, como la dolarización de facto que beneficia a un sector económico, sino también nuevas maneras de burlar las sanciones estadounidenses con ayuda de estos países cómplices.
El liderazgo democrático tiene la obligación de no permitir la estabilización de la miseria. ¿Cómo? Primero, sin caer en las trampas electorales o dialoguistas de siempre. Segundo, recuperando la confianza de la gente. Tercero, planteando y siguiendo un ruta clara de lucha y fuerza para lograr el cese de la usurpación y, después, todo lo demás.
No es fácil, pero tampoco imposible.
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