Los llaneros

En plena Guerra de Independencia, los llanos eran uno de los puntos fuertes de los patriotas y por ello el general Pablo Morillo fue designado para aplacar los ánimos sediciosos en aquella región.

Difícil fue imaginarse el escenario que lo esperaba en ese mapa plano, territorios que según sus palabras eran -malsanos y perjudiciales a los europeos-, un lugar donde -las calamidades que son consiguientes a vivir en desiertos, arenales y pantanos por espacio de seis meses, lejos de todo recurso, donde el hambre, la fatiga y las enfermedades del clima son aún más temibles que los combates.-

Como si la naturaleza hostil de aquel sitio no fuese problema suficiente, Morillo encontró en sus habitantes –gente feroz y perezosa que aún en los tiempos de paz han errado en caravanas por la inmensa extensión de las llanuras, robando y saqueando los hatos y poblaciones inmediatas, han encontrado en la guerra una ocasión muy favorable para vivir conforme a sus deseos e inclinaciones.- Es posible que, al momento de escribir estas palabras, se olvidó que aquellos llaneros, o “gente feroz” mantuvo viva la causa realista durante los años que la península se desangraba combatiendo al invasor francés.

El general realista estaba al tanto que hubo un español que supo conocerlos, reunirlos y hacerlos pelear por la causa del Rey, el difunto José Tomás Boves. ¿Qué había sucedido para que aquellos que una vez estuvieran dispuestos a dejar su vida en defensa de la corona se cambiaran de bando?

La respuesta más simple que se le ocurre a Morillo es que los llaneros peleaban –con la esperanza del saqueo y pillaje, pero restablecido el Gobierno legítimo, volvieron a su país estos hombres que no pueden vivir sino a caballo ni en otra parte que, en sus llanos, entre las vacas y el ganado, y fueron poco a poco reuniéndose en pequeñas partidas proclamando la independencia, que era la voz con la que podían robar.- 

Esta aversión a la gente de los llanos tiene su explicación, la experiencia de Morillo en la guerra de independencia en la península, cultivó un profundo odio por las unidades irregulares y guerrillas. Lo cierto es que, tanto la organización como el modo de pelear de los llaneros eran difícilmente asimilables dentro de los rígidos parámetros de la organización militar que el zamorano se empeñaba en imponer a los realistas.

Dice que estos no tienen ningún respeto por sus oficiales y para ellos eran todos iguales. También que su única disciplina es lanzarse como locos contra el enemigo, y que -fuera del campo son sucios, desordenados, ladrones y tratan a los oficiales, que en verdad no son mejores que ellos, con la misma libertad con que se tratan los unos a los otros.- 

Hasta ese momento sus tropas se habían visto bien, al enfrentarse con unidades regulares, o cuerpos de guerrilla que se dispersaban apenas encontraban la más leve resistencia, frente a las que siempre tuvieron la ventaja de su superior disciplina.

En algún momento pensó que las huestes rebeldes de los llanos podían ser aplastadas con facilidad, que no eran oponentes de talla para enfrentar a las bien apertrechadas tropas reales, pero en el sitio apureño  de Mucuritas, los llaneros liderados por un catire llamado José Antonio Páez le dieron una lección a Morillo de lo que significaba la ferocidad y determinación de estos hombres.

Eso sucedió el 27 de Enero de 1817, cuando los reclutas peninsulares se toparon con tres columnas de llaneros a caballo y armados únicamente con lanzas de un árbol llamado “albaricos”. Mientras los españoles  mofaban los atuendos y armas de sus adversarios, estos se lanzaron como unos intrépidos contra ellos, una ola tras otra de ataques sobre las filas realistas, diezmándolas y haciéndolas formar en un cuadro para defenderse. En ese momento Páez dio la orden a cincuenta hombres, que tenía preparados con combustible, prendieran fuego a la sabana por distintas direcciones, sobre el frente, costado derecho y retaguardia del cuadro enemigo. Las tropas realistas se vieron obligadas a huirle a las llamas por el costado izquierdo, el único lugar que no ardía y estaba bordeado por un caño.

El combate costó a los realistas una buena parte de sus pertrechos, pues iban arrojando las armas y municiones, desesperados por aligerarse de carga y poder escapar de la candela. El triunfo dio gran fuerza moral a los patriotas del llano, ya que se trataba del primer revés sufrido por el ejercito de “El Pacificador” después de su llegada a Costa Firme. 

Hablando de esta acción, escribía después el general Morillo en un manifiesto: -Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes poco numerosa, como me habían informado, sino tropas organizadas que podían competir con las mejores de Su Majestad el Rey.

Jimeno Hernández
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