No es cuento de camino

Cada vez que puedo me gusta conocer alguna zona de mi país Venezuela, me monto en el carro y a rodar, tenía años intentando ir a Araya, población en el edo Sucre que pertenece al Oriente del país; pero leía que la carretera estaba mala, problemas en el transporte marítimo (un ferry pequeño que le dicen la “Palita”) siempre se presentaba alguna situación en la que no concretaba con el grupo de amigos el bendito viaje.  

En el puente del 1 de mayo de 2015, decidí que era oportuno ir, a pesar que estábamos en el inicio del caos que hoy nos aqueja en Venezuela después de tantos años, me propuse ir, le dije a mi esposa, 2 vecinas amigas y la hija de una de ellas, que armaran maletas que nos íbamos a conocer a Araya, también cuadre con un compadre y su familia que vive en Barcelona, para que se sumara, ya que él era quien me contaba siempre lo bonito de ese pueblo y sus playas cristalinas. 

Es normal escuchar cuentos de camino, en Venezuela tenemos el Silbón y la Llorona en los llanos; la muerta que se monta en los carros en la carretera vieja de la Guaira; los gnomos que te hacen perder en la sierra del edo Falcón; otros aparecidos que he escuchado son: La mujer de negro y los dos caballeros, en la población de Cuicas en el municipio Carache del edo Trujillo, así varios relatos sobre fantasmas y apariciones en todo el territorio nacional. Personalmente he tenido ciertas experiencias a lo largo de mi vida que me permiten decir como el dicho: “De que vuelan vuelan” así que respeto esas cosas y que cada quien se forme su opinión. 

Salimos el viernes 1 de mayo desde Caracas, 5 am rumbo al Oriente venezolano, me desvié y pase por Aragua de Barcelona a visitar a mi familia, el pueblo de Francisco Carvajal (el Tigre encaramado) prócer de la independencia de Venezuela, que participó en la batalla epónima que se dio en ese pueblo, y que es famoso por que en la batalla luchaba con una lanza en cada mano y controlaba las riendas de su bestia (así le dicen a los caballos en el llano) con los dientes, convirtiéndose así en un verdadero centauro. Aragua de Barcelona también se le denomina el Atenas de Oriente, lugar donde se formaron casi todas las personas que pretendían estudiar en el Oriente, hasta la época de Marcos Pérez Jiménez contaba con el único liceo o por lo menos el mejor de esa zona geográfica, el Liceo Narciso Fragachan;  tiene la casa donde bailo Simón Bolívar y el cotoperi donde amarró a su bestia, y muchas cosas bonitas a pesar de la debacle actual, ya no es el otrora Atenas, pero tiene historia. 

Incluso Aragua es frontera con otra población denominada Atenas pero del Guárico, de nombre Zaraza, estos pueblos también tienen muchos cuentos de camino, pero pueden ser para otro día. El haberme detenido en Aragua de Barcelona retraso un poco mi destino inicial, llegue a Barcelona a reunirme con mi amigo y compadre, ya tenía listo el carro y arrancamos rumbo a Cumaná la capital del edo Sucre donde está el río Manzanares ( río Manzanares déjame pasar que mi madre enferma me mandó a llamar), cuando llegamos al final de la tarde ya estaba completo la boletería para montarnos en la palita, intentamos hablar con la gente del ferry pero fue infructuoso, por lo que decidimos tomarnos fotos en el hermoso atardecer del puerto y comer, pensar que podríamos hacer, ya que la intención era salir en la palita y pernoctar en Araya, no teníamos donde llegar en Cumaná, ni reservación en ningún sitio, pero como andábamos de aventura arrancamos por carretera, la vía no la conocíamos y de noche se pone más peligrosa por lo sinuoso que es el recorrido, mi amigo me dice que conoce unos amigos en Petare, sí, me entero también que hay un Petare en el edo Sucre, no solo en Caracas tenemos el nuestro, aunque guardando las distancias, no lo conocí porque llegamos de noche y solo hicimos unos toques técnicos, debe ser un pueblo apacible del Oriente, no lo que conocemos en Caracas; Llegamos donde las amistades, muy cordiales, una casa a orilla de playa, pero no había lugar para que las mujeres y niñas durmieran cómodas, había que dormir en los carros con un calor pegajoso por la humedad y los murciélagos casi chocándonos en la cara, en vista de la situación las mujeres nos obligaron a buscar sitio de pernocta, a lo cual procedimos, cerca había una casa de un sr que le decían el comisario, fuimos a ver el sitio, dioooos, la casa de la matanza de Texas se quedaba corta, un lugar lúgubre, con una luz tenue, vivienda de bahareque ya deteriorada, la “piscina” era un tanque con un agua verdosa que seguramente sería el hábitat de muchas alimañas y el monstruo de la laguna negra, el comisario se dispuso a realizarnos el recorrido por la “posada” , en una pieza tenía dispuesto un santuario de santería y después nos llevó a donde supuestamente eran las habitaciones, las cuales eran sin luz eléctrica, tenían velas, los cuartos sucios y con unas colchonetas y colchones en el piso que ni les cuento su estado, habían unas personas totalmente ebrias acostados en un colchón, un total susto, mi compadre y yo nos vimos las caras y le dimos las gracias al comisario; no recuerdo el precio exacto que nos dijo, pero era bien alto para lo que nos enseñó. 

Uno de los baquianos de la zona, nos dijo de un sitio que estaba un poco más retirado, la posada Cayo Azul, dispusimos a buscar mi carro e  ir al sitio, entramos y nos gustó de inmediato sus instalaciones, iluminadas, el camino de cocoteros, el olor a orilla de playa, una bonita vista incluso de noche, estaban dos personas en la recepción, no había más carro sino el nuestro, por lo que pensé que habíamos llegado al sitio correcto para conseguir posada, contrariamente uno de los muchachos nos dice que no había habitaciones disponibles, que todo estaba lleno, lo que pareció raro ya que el sitio estaba soloooo, trato de persuadirlo y le digo que me ayude, que tengo las mujeres angustiadas por los niños y necesitan descansar cómodos, los dos hombre de la recepción se retiran y conversan entre ellos, uno de ellos me dice que lo que tienen disponible es un cuarto al final del pasillo casi pegado a la playa, pero estaba dudoso en si me lo alquilaban, muy dubitativo, incluso me dijo un precio que para él le pareció caro, pienso que como medida para que no insistiera, no obstante a mí me pareció súper económico en comparación con la posada del comisario, no había visto la habitación pero solo lo que había determinado de la posada me parecía bueno, y en comparación con el cuarto del comisario era un 5 estrellas, jajaja. 

Sin dudar le pague lo que me pidió para amarrar el negocio, y le dije: vamos a verla, los dos hombres se volvieron a ver las caras, como diciéndose ¿qué vamos a hacer?, era la última puerta de un pasillo largo, el bombillo que daba al frente de la puerta era el único quemado en el largo pasillo, llegamos a la habitación y resulta que era más que lo que creíamos, incluso era un regalo por el precio que me habían solicitado, el espacio tenía una especie de sala, dos habitaciones cómodas y su baño privado, bien cuidado el lugar, muy cómodo para hospedar a las 8 personas que estábamos en el viaje.  El lugar tenía una piscina amplia, ya cansados, fuimos a tomarnos algo en el espacio de la piscina, teníamos en el carro una cavita y una caja de frías que compramos en el pueblo de Petare, ya la posada había cerrado operaciones en la barra, pero nos dejaron que estuviéramos con la cava en la piscina, así estuvimos disfrutando y echando cuento de las cosas que hasta ahora se iban dando, pasando revista, nos tomamos fotos en el lugar, y si nos parecía extraño que un sitio con estas características estuviera solo, no entendíamos porque si los dependientes nos dijeron que el sitio estaba lleno, la piscina y en el espacio de áreas comunes no habían otros clientes y las luces de las habitaciones estaban apagadas, era tarde como las 11pm, pero eran días de fiesta, a todas estas se acerca un sr muy amable, y se pone a conversar con nosotros, le decimos lo que nos pasó y cómo llegamos a la posada Cayo Azul, él nos dice que si queremos conseguir gasolina hay que madrugar en la estación de servicio antes de Petare; les recuerdo que esto ocurre en el 1 de mayo de 2015, ya la escasez asomaba sus dientes. 

El sr también nos hecha la historia del sitio, que era una gran posada del sector hace años, pero que después del terremoto de Cariaco el mar destruyó gran parte del lugar, y que progresivamente se había intentado su reconstrucción, que había muerto mucha gente en el lugar por las consecuencias del sismo, de verdad no le paramos mucho ni vimos nada extraño en el momento, un sr muy amigable, hablamos de otras cosas y al rato se fue, también se fumó un cigarrillo que una de las amigas le dio al solicitarlo. Ya era bien tarde y había que pararse temprano para cargar los carros de gasolina, procedimos a irnos a las habitaciones, los carros se podían estacionar al frente de la habitación, las mujeres se fueron caminando por el camino de tierra y se tomaban fotos, nos quedamos en la puerta un momento, pero las amigas fumadoras dejaron el yesquero en la mesa, y fui con una de ellas a buscarlo, en los lados de la piscina y en ninguna parte había nadie. 

Volvimos a la habitación, pero yo me quede afuera, viendo y escuchando un rato el mar y respirar lo sabroso de la playa, mientras libaba una birra bien fría, me dieron ganas de orinar y para no molestar encendiendo la luz, y como eso estaba solo y oscuro, me fui por un cocotero, mientras orinaba sentí un frío en los huesos y se me pararon los pelos de los brazos, ufffff, no le pare mucho al asunto, pase mi frio y me metí a la cabañita, entre y pase llave, y una aldaba que tenía como seguridad, la niña mayor empezó a sentirse nerviosa e inquieta, había una ventana detrás de su cama que daba hacia un espacio solitario, hablamos un rato y se calmó, nos acostamos a dormir. 

Siempre he sido madrugador, así que fui el último en entrar y el primero en salir de la cabaña, sorpresa, la puerta no tenía el seguro ni llave pasada, como teníamos que ir a llenar tanque de gasolina, mi amigo también se había dispuesto para salir, le preguntó sobre la puerta y me dice que él no ha salido, que se acababa de levantar, no hablamos más sobre el tema y fuimos a llenar los tanque a las 4am, volvimos a las 7am y a levantar al equipo para seguir, les comentamos la situación y todos con cara de sorpresa ya que nadie vio ni sintió nada; ya cuando fuimos a despedirnos en la recepción estaba llegando un personal al establecimiento, yo, le estaba echando el cuento a la persona que me alquiló en la posada, los que llegaban susurraban: viste, que si es verdad, y otras cosas con cara de sorpresa por lo de  la puerta y que nos habíamos quedado en esa cabaña en particular, no me dieron novedad del sr que nos echó el cuento en la piscina, parece que no lo conocían. 

Salimos del sitio con todos esos detalles en la mente, decidiendo si seguíamos hacia Araya o nos devolvíamos, nos fuimos un rato a una playita cerca, playa transparente y serena, apacible, en el sitio nos conseguimos otros conocidos, y les echamos el cuento, casualmente ellos tienen una casita en Araya, y decidimos arrancar para allá por tierra, la carretera tenía pedazos muy malos, pero logramos transitar con cuidado, unos paisajes bellísimos, al pana que nos iba guiando un gavilán casi se le mete en el carro y como iba con el vidrio abajo le pudo haber dado en la cara, que casualidad, que en esa total soledad un gavilán chocara con su carro, al ave no le pasó nada, siguió su curso. Vimos muchas cosas hermosas en el recorrido, compartimos con personas amables, la llegada a la población de Araya es mágica, el sonido del viento, la fuerza del mismo que no te permite ni abrir las puertas, incluso puede voltear los carros, pero también vimos lo malo, ya en esos días la escasez era fuerte, conseguimos unos panes casi crudos y un pollo asado no muy bueno para comer algo, la pasamos bien en medio de las carencias, fuimos a la tasca y la playa, una playa de agua helada pero transparente, mucho ruido de música estridente cerca de la playa.

Dormí en un chinchorro que no era necesario ventilador, hacia una brisa que venía de la playa que no dejaba calor ni plaga que molestara; volvimos a madrugar para tratar de montarnos en la palita para el retorno, tener que volver a hacer ese recorrido por tierra era difícil, una cosa es la ida con la emoción de la incógnita, que ya volver y tener que pasar roncha cansado, aunado a que después que salí de Cayo Azul, el aire acondicionado de mi carro empezó a echar broma y al llegar a Araya se murió, así que regresar varias horas con este caloron sin aire no era opción, las mujeres se fueron a ver las ruinas del castillo que está en la lomita de Araya, tuve que ir a buscarlas, casi nos deja la palita, logramos subirnos y ver el paisaje desde la palita es hermoso, aunque la palita me recordó a esos barcos somalíes que salen en la películas, vimos unos pocos delfines que se nos acercaron al barco y se fueron raudos y veloces, en la palita fue rápido la travesía, vimos playitas como privadas en la orilla, que parece que solo se llega es por vía marítima, muy hermoso el paisaje definitivamente. Ya en Cumaná nos dispusimos vía a Caracas, en la noche conversamos sobre lo que nos había pasado, y empezamos a ver las fotos del viaje, ¡sorpresa en Cayo Azul! en las fotos que nos habíamos tomado aparecían unas personas que nunca habíamos visto en el sitio, y en unas posiciones insólitas: había una mujer en el medio de la piscina bañándose en su traje de baño, en lo más profundo de la piscina, estaba con los brazos extendidos y medio cuerpo fuera del agua, a otro extremo de la piscina había un grupo de hombres y mujeres compartiendo como en una rumbita, había una mujer que salía como arrecostada en el techo de una de las habitaciones cercana a la piscina en traje de baño, y en la foto que se tomaron las mujeres en el camino de tierra cerca de la cabaña donde nos hospedamos, aparecía detrás de ellas un hombre muy alto con un sombrero particular (de copa les dicen), a esa gente no los habíamos visto ¿si el sitio estaba solo, como aparecen ahora en las fotos? 

Esas fotos las montamos en el facebook para enseñárselas a los amigos de Barcelona; luego de eso la cámara no sirvió más, la lleve al dr cámara y no tuvo reparación, en el facebook aparecen fotos de Cayo Azul, pero donde salían esas personas inexplicablemente desaparecieron. 

Me podrán decir que es un cuento de camino, pero nosotros lo vivimos en vivo y directo, espero volver a pasar algún día por Cayo Azul, pero de día y no para quedarme. Quiero poder seguir recorriendo pronto los caminos de mi país Venezuela, para conocer sus cuentos de camino.   

Antonio Gonzalez
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