El último revolucionario
La noticia de la sentencia de muerte de José María España, los detalles de su ejecución, la de sus otros cinco compañeros mártires, así como las otras veintiséis que dictaban confiscación de bienes y trabajos forzosos en castillos a lo ancho y largo del Caribe, causó un doloroso desconcierto en Trinidad. Los pocos rebeldes que aún quedaban sintieron el helor que produce la daga al hundirse en el corazón, también fallecieron el ocho de Mayo de 1799 en el cadalso de la plaza mayor de Caracas.
El estupor duró poco, pronto los sentimientos de pena comenzaron a bullir en ansia de venganza. Picornell y Gual eran los únicos que restaban para comandar la expedición libertadora, deseaban zarpar cuanto antes, ya no había tiempo que perder, aquella cadena de mala suerte y tragedias los había guiado fracaso tras fracaso debía terminar de una buena vez, pero se veían impotentes frente a las dilaciones del Gobernador Thomas Picton, en contraste con sus recientes entusiasmos y ofrecimientos.
La desesperación y angustia llevaron a Manuel Gual a buscar ayuda en el mismo Londres. Estaba avisado que en esa ciudad habitaba un caraqueño que solicitaba colaboración de la corte inglesa para la liberación de las Provincias de América del Sur, un militar que peleó en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa como Mariscal.
Desde Puerto España, desesperado, escribió una carta al Francisco de Miranda con fecha doce de Julio de 1799, animándolo en su empeño y dando cuenta de sus propios esfuerzos por liberar la Capitanía General del yugo español.
-Amigo mío: Yo no escribiría a usted si me fuese posible pasar a verle. ¡Miranda! Si por lo mal que le han pagado a usted los hombres, si por amor a la lectura y a una vida privada, como anunciaba de usted un diario, no ha renunciado usted a estos hermosos climas y a la gloria pura de ser el salvador de su Patria, el Pueblo Americano no desea sino uno: venga usted a serlo Miranda. Yo no tengo otra pasión que la de ver realizada esta hermosa obra, ni tendré otro honor que de ser un subalterno de usted.-
En esta misiva explicaba que la revolución en La Guaira fracasó por hallarse fuera de Caracas al momento que el Gobierno descubrió el plan, por la imprudencia de un necio, a pesar de lo cual había crecido la opinión y el deseo de independencia en la Provincia.
Acompañaba la carta un plan de invasión a Tierra Firme, con el que buscaba demostrar la facilidad de una empresa que sería la admiración de las naciones. En este explica que para su realización se necesitaban cinco mil fusiles, algunos cañones de campaña y dos fragatas de guerra, todo podía ser suplido por las colonias inglesas en las Antillas, si se lograse una orden del Ministro de Guerra Británico, Henry Dundas. Terminaba Gual ofreciendo sus servicios, en caso que pudiese serle útil y le ruega que su respuesta sea dirigida al Gobernador Picton.
Francisco de Miranda recibió la carta el veintisiete de Septiembre y le redactó una carta a Gual el cuatro de Octubre. En ésta le anuncia que puso en manos de Su Majestad Británica, traducidos al inglés, la carta y papeles que le envió. También le aseguraba que no perdía un minuto de su día en los trámites de acelerar la importante tarea de liberar las Provincias españolas en América, misión que venía desarrollando desde 1790, cuando obtuvo la promesa formal de ayuda cuando se desatase la guerra con España.
Le contó a Manuel Gual que ha encontrado en su retorno a Inglaterra la más favorable acogida al proyecto republicano, concluyendo su escrito excitando a su “querido paisano y amigo” a escribirle siempre y no desmayar en sus propósitos.
-Tiene usted muchos mas compañeros y colegas, en la honrosa posición que ocupa en el día, de lo que usted mismo se piensa, mas ninguno que aprecie más sus talentos y virtudes que su compatriota, que le ama con fino y verdadero afecto.-
Tal como informó a su paisano, Miranda envió los documentos al ministro Henry Dundas, acompañados de una carta en la cual realizó comentarios elogiosos sobre Manuel Gual, diciendo conocerlo íntimamente desde su juventud, como antiguo militar de Infantería y descendiente de una noble familia de La Guaira, por ser hijo mayor de Mateo Gual, vencedor del almirante Charles Knowles en su ataque sobre aquel puerto.
El treinta y uno de Diciembre, Francisco de Miranda, volvió a escribirle a Manuel Gual, ratificándole el contenido de su misiva anterior, copiando el párrafo que redactó a Dundas sobre la personalidad del guaireño. Advirtió al rebelde que desconfiaba de Thomas Picton, cuya conducta lo hacía dudar de su sinceridad. Le aconsejaba precaución y reserva en el trato con el Gobernador de Trinidad. Insistía el caraqueño que, en caso de verse vejado o recibir mal trato por parte del funcionario inglés, dejase la isla y se dirigiese a los Estados Unidos, presentándose en su nombre ante el general Alexander Hamilton, quien era el segundo Comandante del ejército de aquella nación. Éste, sin pensarlo, le daría una acogida honrosa y colaboraría prestando ayuda a los rebeldes.
Terminaba la segunda carta de Miranda manifestándole que aún debían esperar un poco con respecto a las promesas realizadas por el Gobierno Inglés, pero aseguraba que estaría siempre al servicio de la Patria y que cualquier puesto que le señalara, sería para él muy aceptable y honroso, con tal que todo el mundo marchara al mismo y único fin de la libertad e independencia de Venezuela.
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