Educación a distancia: retos y dificultades

En la década de los 70s, fue fundada la Universidad Nacional Abierta. El gobierno de entonces, el gobierno de Carlos Andrés Pérez, apoyó está iniciativa con el fin de crear más oportunidades de estudios para aquellos que, por distintas circunstancias, les fuera imposible asumir el régimen presencial tradicional. Los retos de esa universidad fueron muchos pero logró establecerse con bastante éxito. Muchos de sus egresados dan cuenta de su calidad y pertinencia académica desde su fundación hasta la fecha.

En sus inicios, dado que no existía Internet, ni Facebook, ni Twitter, ni Instagram, ni YouTube, ni siquiera telefonía celular, el esquema a distancia consistía en la dotación del material de estudio (Libros y Cuadernillos) a cada estudiante por cada materia, con las instrucciones debidas para el autoaprendizaje. Las evaluaciones llegaron a efectuarse por correo (no electrónico, sino postal). En la actualidad, se fijan lugar, fecha y hora, para presentar las evaluaciones correspondientes. El estudiante, de requerir apoyo extra, puede asistir, en un horario convenido, a una asesoría con el docente de una materia determinada durante el lapso académico. En el caso de los postgrados, se hace mano de la plataforma educativa Moodle, desde allí los estudiantes (en mi caso, de la Especialidad en Derechos Humanos) podemos acceder tanto a contenidos como a las evaluaciones correspondientes.

La Universidad Nacional Abierta no solo ha sido una alternativa educativa para muchas personas desde su creación, incluso, logró tener una experiencia interesante en la cual, bajo un convenio con las autoridades carcelarias, se le dio oportunidad a los privados de libertad para estudiar y, a la vez, gozar de beneficios procesales adicionales como la conmutación de las penas.

Hoy en día ese modelo educativo puede tener una imprevista vigencia. En la actualidad, el Coronavirus no tiene vacuna, ni tratamiento específico y puede que lograr crearlos tomé entre 1 o 2 años. Hoy, por mencionar el caso local, la Universidad de Carabobo no está impartiendo clases. Ya de por sí, antes de la llegada del Coronavirus, el transporte, los comedores, las instalaciones estaban en franca decadencia. La rectora de esta casa de estudios, Jessy Divo, ha dicho con claridad meridiana que la educación a distancia no es fácil aplicarla no solo por las modificaciones curriculares y procedimentales per se, sino también por el deplorable estado de los servicios públicos como conectividad, electricidad y pare usted de contar. Algunas estimaciones infieren que migrar al régimen a distancia ahora dejaría fuera de la educación superior al 75% de los estudiantes. 

Claramente, es una compleja realidad. No obstante, la situación actual, es decir, la universidad cerrada, deja fuera de la educación al 100% de los estudiantes. No se trata de entonces decidir resolver para el 25% de los privilegiados, nada de eso, se trata de ser conscientes de que hay que empezar los cambios reglamentarios, institucionales y curriculares desde ya para que en un tiempo relativamente corto todos puedan acceder a la educación. Sentarnos a llorar por lo sucedido, por nuestra lamentable suerte, por el castigo divino, en nada cambiará la situación sino acompañamos nuestro malestar con acciones. Esto implicará, lógicamente, el rol ineludible del Estado en la prestación de servicios públicos de calidad y dotación de equipos a la población estudiantil y profesoral.

Es obvio que faltan muchas cosas, además de considerar que hay carreras muy difíciles de adaptar a un régimen a distancia (por ejemplo, Medicina) en comparación con otras más teóricas (tal es el caso de Derecho o Estudios Políticos). En todo caso, la complejidad del asunto es tal que amerita un proceso de consulta amplio, reformas reglamentarias concertadas, rediseño curricular, inversiones en equipamiento tecnológico (por ejemplo, servidores, computadores, digitalización de contenidos, entre otros). Nada de eso caerá del cielo, implicaría involucrar a toda la comunidad universitaria, los distintos niveles de gobierno, la empresa privada y los gremios profesionales. La alternativa a todo eso sería mirar a otro lado, ignorar la situación y condenarnos al cierre de la casa que vence las sombras.

Creo pertinente que miremos con atención el modelo de la Universidad Nacional Abierta y su posible aplicación al resto de las Universidades. Quizá tiene fallas, como toda creación humana, quizá implica muchos costos y equipamiento que no tenemos, pero, lamentablemente, las opciones son pocas. Hay quienes, con argumentos de mucho peso, sienten que la educación a distancia compromete la calidad académica pero ¿Qué calidad académica podemos encontrar en una universidad cerrada?.

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Guayoyo en Letras