Uribe es el eje central sobre el que gira toda la política colombiana
Editorial #520 – El gran plan del mal

Desde hace muchos años venimos denunciando los planes del Foro de Sao Paulo y su objetivo principal: tomar el poder y acabar con la democracia en la región. Hasta ahora, tuvieron éxito en Venezuela y Nicaragua, siempre comandados por Cuba. Otros países se salvaron por poco, como Ecuador, Bolivia y Brasil. Uno de los pocos que ha logrado evitar caer en sus garras es Colombia… por ahora.

El encarcelamiento del expresidente Álvaro Uribe Vélez es el golpe más certero que le han dado a la democracia y a la República en las últimas décadas en ese país. Peor aún, resulta inexplicable que la misma Corte que decide que el terrorista y cabecilla de las FARC, Jesús Santrich, no debe ser extraditado a EEUU sino dejado en libertad, encuentre ahora que existen elementos para la detención de Uribe.

Uribe no es solo el político colombiano más poderoso desde que llegó a la Presidencia en el año 2002, sino también el eje sobre el que gira toda la política colombiana desde entonces. Para una parte importante de los colombianos, es el único líder que estaba dispuesto a tomar las duras medidas necesarias para restaurar la seguridad en una nación golpeada por el narcotráfico, la guerrilla y el terrorismo. Lo hizo con éxito, ahora Colombia es un país tan diferente al que él recibió como presidente, que lamentablemente muchos ya no lo recuerdan.

Más allá de la historia colombiana, lo que ocurre hoy con Uribe es una variable clave de la ecuación regional. El entonces presidente de Colombia fue el primero en pararse frente a Chávez y sus ambiciones totalitarias y criminales para el continente, en el mismo momento en el que la mayoría de los otros mandatarios regionales aplaudían y eran cómplices del tirano venezolano.

Ya como expresidente, Uribe nunca dejó de luchar contra las fuerzas de izquierda agrupadas en el Foro de Sao Paulo, consciente de que lo que ocurrió en otros países, podía también darse en cualquier momento en su tierra. No fue una batalla sencilla, tomando en cuenta que estaba prácticamente solo y, además, tenía justo a su lado al epicentro donde confluían todas las fuerzas del mal: Venezuela.

Lo que muchos todavía no terminan de comprender es que ningún país de América Latina está libre de caer en el mismo infierno en el que hace décadas cayeron Cuba, Venezuela y Nicaragua. Ese proyecto que se concibió en la década de los noventa cuando se creó el Foro de Sao Paulo y que más tarde nombrarían Socialismo del Siglo XXI, sigue activo y con el mismo objetivo desde su primer día: destruir la libertad de nuestros países.

Es por eso que lo que ocurre hoy con Uribe no se puede ver como algo aislado ni tampoco como un tema interno de Colombia. Es, por el contrario, un paso decisivo del proyecto socialista que pretende dar en ese país un paso indispensable para lograr su cometido. Exactamente como pasó en Venezuela y Nicaragua y como estuvo a punto de ocurrir en Ecuador, Bolivia y Brasil.

A esta altura de la lucha, debemos preguntarnos: ¿Están conscientes quienes lideran las fuerzas democráticas de que un proyecto internacional, como el Foro de Sao Paulo, no puede ser enfrentado de manera local en cada país y, por el contrario, se debe establecer con urgencia una alianza regional por la libertad, la democracia y la paz del continente?

Ya estamos atrasados para enfrentar una fuerza que ha arrasado con algunas de nuestras naciones y que amenaza hacer lo mismo con otras. No es poca cosa lo que enfrentamos y el peor error que se ha cometido durante demasiado tiempo ha sido subestimar a lo que enfrentamos.

No son proyectos políticos con ideas diferentes.

Es el gran plan, el plan del mal.

Miguel Velarde
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