Pender de una gota de petróleo

“De  los codos no es fácil salir,

a menos que se tenga la voluntad

de hacerlo, y quien esté contando

con la providencial historia para

escapar al desastre, está aviado (SIC)”

Juan Nuño (*)

Asombra al mundo que un país de reconocida trayectoria y experiencia petroquímica deba importar gasolina por los más turbios caminos.  Y, traicionando el discurso histórico de la izquierda marxista venezolana, alcance precios astronómicos.

Todavía increíble,  el régimen socialista ha incurrido en el contra-milagro de quebrar a la otrora potencia petrolera. Además de las  condiciones tan peligrosas en las que se encuentran las refinerías, añadidos los lamentables derrames petroleros, se habla de una producción  de crudo entre 300-400 mil barriles diarios en la Venezuela que fundó la OPEP y puede perder hasta el carácter de exportador, aniquilada la industria.

Todos es posible, al tratarse de (des) gobiernos que producen daños irreparables a la par del saqueo de las riquezas. Hay consenso sobre la Argentina que fue otra, después del peronismo.

Ningún país está a salvo de un derrumbe lento o estrepitoso, asegurando que de “esa agua no beberemos”. Al cuestionar lo que llamó a teología hegeliano-marxista de la historia, muchos años atrás hablaba Nuño de los “codos” o retrocesos más indecibles, quizá hasta por motivos distraídos, como ha ocurrido en el país que no alcanzó a ver.

A la situación ya no puede responder la vieja narrativa anti-imperialista,  inculpando a terceros por el desastre ocasionado. La plaga corre por el hemisferio y, por muy empedrado que esté el camino de buenas intenciones, desgraciadamente, Venezuela pende de la última gota de petróleo que apenas se asoma, como en una memorable ilustración de Alonso.

(*) “Los codos de la historia”, El Nacional, Caracas, 03/04/1986.

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