La traición del MAS a los indígenas
Segundina Flores, dirigente de las “Bartolinas”, me dejó pensando el 14 de agosto, cuando afirmó que los indígenas fueron traicionados por los “señores clase media” que manejaron el proceso de cambio y el MAS. Eran días de fracaso del último bloqueo de caminos.
Se me ocurrió revisar ¿por qué dijo lo que dijo? Descubrí que el masismo destruyó en menos de una década lo que a la historia le costó 68 años. Para demostrar mi conclusión, señaló datos y hechos.
La Revolución Nacional de 1952 convirtió al indígena en sujeto elector/elegible y la democracia liberal lo tomó de la mano y lo subió al tren de la historia. En un principio, lo puso en el último vagón, luego lo promovió a maquinista del tren.
En la agonía de la dictadura, 1979, nació la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos (Csutcb). Esta organización fue esencial en la derrota de la dictadura militar.
En la aurora de la democracia, 1982, se fundó la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob).
En 1990, se realizó la histórica marcha “Por el territorio y la dignidad”. Partió de Trinidad y llegó a La Paz. Esta marcha logró que el Estado, en aplicación de la democracia que gateaba, reconozca el Parque Nacional Isiboro Sécure como territorio indígena de los pueblos mojeño, yuracaré y chimán. Algo más, sembró lo que después se llamó: “Proceso de cambio” e inclusión.
El 1991, el Estado boliviano ratificó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que obliga a los Estados a proteger los derechos de los pueblos indígenas y tribales.
En 1993, la democracia estrechó la mano del primer Vicepresidente de la historia de Bolivia, Víctor Hugo Cárdenas.
En 1994, la democracia incluyó en la Constitución el carácter multiétnico y pluricultural del país y el derecho de los pueblos indígenas a mantener sus recursos y su forma de vida (lengua y organización).
Ese mismo año, se aprobó La Ley de Participación Popular. Para probar su valor histórico basta leer sus primeros artículos: 1: “La presente ley reconoce, promueve y consolida el proceso de Participación Popular articulando a las comunidades indígenas, campesinas y urbanas, en la vida jurídica, política y económica del país”.
3.I: “Se define como sujetos de la participación popular a las organizaciones territoriales de base, expresadas en las comunidades campesinas, pueblos indígenas y juntas vecinales, organizadas según sus usos, costumbres o disposiciones estatutarias”.
3.II: “Se reconoce como representantes de las organizaciones territoriales de base a los hombres y mujeres, capitanes, jilacatas, curacas, mallkus, secretarios generales y otros, designados según sus usos, costumbres y disposiciones estatutarias”.
¿Se cumplió? Por supuesto. La Ley de Participación Popular es la piedra angular que explica la apertura de la senda de los pueblos indígenas hacia el poder público. Es la norma que garantizó, vía urnas, su presencia en los gobiernos municipales y facilitó la llegada a Palacio del primer presidente indígena (Evo Morales), en 2006.
Ahora, veamos ¿qué hizo el masismo, encabezado por Morales? Usó el camino pavimentado por la democracia liberal para convocar a una Asamblea Constituyente y redactar una nueva Constitución, en la que agregó más de 52 artículos pro-indigenas de los 411 que tiene.
¿Cuántos de esos artículos cumplió? No cumplió ni el artículo 8 que promueve el ama llulla, ama qjella y ama sua. Menos el artículo 30.II.10 de la Constitución que dice que los pueblos indígenas tienen derecho a vivir en un medio ambiente sano.
Tampoco el artículo 78.III. que indica que el sistema educativo se fundamenta en una educación abierta, humanista, científica, tecnológica, liberadora. El masismo adoctrinó a niños y jóvenes indígenas, no los liberó. La pandemia desnudó que el satélite con nombre de un líder indígena fue un bluf.
¿Quizá hizo realidad el artículo 98 que estipula que la interculturalidad es el instrumento para la cohesión y la convivencia armónica y equilibrada entre todos los pueblos y naciones? No. La cúpula masista, conformada por los “señores clase media” sembró racismo.
¿Tal vez cumplió el artículo 210. I. que indica que la organización y el funcionamiento de las organizaciones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos deberán ser democráticos? No. El masismo dividió a la Csutb, la Cidob, Conamaq, cooptó y corrompió a sus dirigentes.
Los “señores clase media” del MAS no cumplieron siquiera el artículo 234.7. que señala que los gobernantes deben hablar al menos dos idiomas oficiales del país.
Tal fue el retroceso al último vagón del tren de la historia que, en pleno “gobierno indígena”, los bolivianos que se auto-identifican como originarios bajaron de seis a cuatro de cada 10 entre los censos de 2001 y 2012.
Segundina Flores tiene razón. Las clases medias del MAS, lideradas por Evo Morales, traicionaron a los indígenas. No sólo durante el último bloqueo, sino desde que los usaron como escalera para subir al poder y tenerlos bajo la mesa como los pájaros al Atoj Antonio en el cuento del Festín en el cielo, tirándoles las sobras y huesos de las mieles del poder.
Fuente: Página Siete
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