¿Voto por mi preferido para que vuelva el MAS?

Hace días viajé a La Asunta, Yungas, donde conversé con decenas de personas. En uno de esos intercambios escuché esta frase: “Soy masista, no importa lo que han hecho los masistas, prefiero ser esclavo de uno de mi clase y no de un k’ara”. En ese mismo viaje, hablé con Estela, aymara, que me dijo lo contrario: “No quiero saber nada de los masistas, son abusivos, corruptos y se encubren. Por eso, voy a votar por el que va a ganar al MAS”.

¿Cómo se explica que gente de la misma raíz étnica y región tenga pensamientos disímiles? Es normal. Sucede porque hay varios factores que determinan el voto. Manuel Mora y Araujo (El Poder de la Conversación, Tomo I) expone cuatro teorías:

1) Las teorías de los determinismos de clase o de intereses colectivos (pertenencia a grupos religiosos y étnicos);

2) Teorías de las ideologías como determinantes superestructurales;

3) Teorías actitudinales, de las preferencias macroeconómicas o relativas a otros temas salientes;

4) Teorías comunicacionales.

Aplicaré estas teorías para escudriñar cómo se distribuye el voto entre el masismo, que pese a ser el partido más antidemocrático de los 38 años de democracia sigue siendo la primera fuerza política del país, y los otros partidos que se distribuyen el voto antiMAS.

Primera teoría: ¿quiénes votan por el partido azul? Personas que se autoidentifican como originario campesino: voto étnico sobre el voto de clase. Por ello, un aymara millonario (burgués) vota por el partido que anuncia un impuesto a la riqueza. Esta conclusión cuadra si consideramos que cuatro de cada 10 bolivianos se declaran originarios. De esos cuatro, tres votan por el MAS. En este caso, pesa David Choquehuanca.

¿Qué pasa con ese uno que queda? Mira a los otros candidatos porque superó sus creencias. Adquirió otras convicciones y principios porque cambió sus fuentes de información y opinión. Es decir, salió de la comunidad discursiva donde el conformismo para sostener la cohesión social es premiada y la rebeldía, sancionada.

Segunda teoría: ¿qué ideología promueve el candidato masista? La creencia convencional indica que es socialista (sin saber qué es socialismo). He aquí la explicación de su apoyo entre los izquierdistas de los 60-70 y alguno de sus descendientes bajo la teoría de que la hija vota por quien vota mamá.

La rebelión popular de octubre y noviembre de 2019 demostró que la mayoría de la sociedad (al menos seis de cada 10) abraza la democracia con valores liberales como ideología. Este electorado es el que generó una onda expansiva y acumulativa del clima de opinión: basta, no MAS.

Esta ideología aglutina a clases sociales y etnias que quieren que el gobierno de turno tenga un límite en el ejercicio de poder; se niegan a ser sometidos, así el gobernante tenga su misma cara y color de piel. Este voto se acumuló en su mayoría en Comunidad Ciudadana (CC).

Tercera teoría: ¿qué demandas pueden satisfacer los candidatos? Empleo, responde el MAS. Los otros también. Pero aquel asocia la imagen de su candidato Luis Arce al tiempo de la bonanza económica. Es decir, valoriza el pasado para generar expectativas en el futuro: estaban bien económicamente conmigo, estarán mejor si vuelvo.

Este mensaje es fuerte porque arranca votos urbanos no indígenas en favor del MAS, pues, tiene un correlato con lo vivido. Y la gente, a veces, vive de recuerdos. Explica por qué el masismo puede ganar en primera vuelta.

Los otros partidos también ofrecen un buen futuro, pero su pasado no les ayuda porque casi todos proceden del mal momento de la economía.

Cuarta teoría: ¿cómo está posicionado el candidato en la mente de los votantes? La gente que defiende la democracia ubica a Arce en el esquema autoritario y lo percibe como despilfarrador. Esa misma gente distingue a los rivales del MAS en dos bandos: 1) reconciliadores y 2) vengadores. Los primeros son mayoría.

En tanto, el voto masista percibe a Arce como artífice de la buena racha de la economía.

Dadas las tendencias de voto marcadas por diferentes encuestas, los electores masistas asistirán el próximo domingo a las urnas seguros de su decisión: ganar en primera vuelta. En cambio, algunas de las personas que defienden la corriente democrática irán con un dilema: ¿Votar por el candidato de mi preferencia para que vuelva el que rechazo? O: ¿votar contra el MAS aunque favorezca a Carlos Mesa que no es mi preferido?

En estas circunstancias, el voto volátil suele encauzarse en el clima de opinión

Fuente: Página Siete

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