Sin vacuna no hay vida

Uno puede tragarse volúmenes de tratados sobre política de los más pulidos estudiosos. Puede ver todas las películas y series sobre las crisis políticas. Leer todas las biografías de esos hombres y mujeres que enfrentaron los mayores retos. Y, sin embargo, la realidad supera con creces todo eso. 

La naturaleza aborrece el caos. Cualquier régimen, dictatorial o democrático, entiende que su principal función desde su posición de poder es controlar el caos. De lo contrario, ese caos acabará comiéndoselo a dentelladas. 

Quizás cuando se publiquen estás líneas, esta nueva crisis (creada) a partir del anuncio de la negativa a cumplir el acuerdo tripartito para lograr la vacunación vía el mecanismo Covax haya sido ahogada por algo de sensatez. Eso espero, eso ansío. Nadie con un mínimo de inteligencia, de cordura y de sentido común puede celebrar este disparate. 

A la larga lista de calamidades de toda índole que el país viene padeciendo desde hace ya demasiados años, se suma esta pandemia. Es una obviedad decir que Venezuela y los venezolanos no tenemos cómo enfrentar esta situación. Pero entender eso supone varias cosas: humildad en quienes detentan el poder, descarte de la banalidad y descarte de lo individual para privilegiar lo colectivo.

A ver, sin usar números exactos,  con vacuna morirá aproximadamente una persona por cada millón; sin vacuna, mil por cada millón. Los expertos en virología (que es una ciencia) en realidad saben fundamentalmente de dos cosas: de esos  bichos horrorosos y de estadísticas. El Covid es una enfermedad de masas. Y el bicho anda de cacería.

La tarde del miércoles la señora Delcy Rodríguez lanzó una bomba atómica sobre todo el país. Nos dijo que en Miraflores se decidió rechazar la vacuna que ya se había acordado con la OPS. Ya era gravísimo que seamos uno de los países con mayor atraso en vacunación y con el peor sistema de atención a los contagiados. Pero en su vocería la señora Rodríguez intentó pintar de bonita una espantosa verdad: que miles, decenas de miles, centenas de miles o acaso millones  de venezolanos seguiremos estando en riesgo de contagio y que miles, decenas de miles, centenas de miles de venezolanos moriremos. Porque sin vacuna no hay vida. Por boca de la señora Rodríguez el régimen nos anunció que seremos lanzados al agua sin salvavidas en la mitad del océano en medio de una tormenta. Eso hizo.

La naturaleza aborrece el caos. Un régimen que crea el caos terminará ahogado en su propia torpeza.

Tiempo de reflexión, de ponerle coto a la pedante estupidez

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