Para decidir no votar siempre habrá tiempo
Al cantante Raphael lo prepararon para un transplante de hígado. Estaba muy desesperanzado y cada día más deteriorado, pero igual lo preparaban para la posibilidad de que apareciera un donante. Una noche, inesperadamente, un muchacho sufrió un accidente, gravísimo, que le produjo muerte cerebral. Y entonces, esa noche, de la nada, surgió la posibilidad. Los padres del muchacho, a pesar del hondo y denso dolor, aprobaron la donación de sus órganos. Del hospital llamaron a Natalia (la esposa). A Raphael lo llevaron de urgencia y lo operaron esa misma noche. Si no hubiera pasado largos meses en preparación, no hubieran podido hacerle el trasplante. Cuatro meses después, recuperado, España lo aplaudió en el escenario.
El «under study» (así se llama al suplente) de un musical de Broadway ensayaba todos los días su parte. Cada noche se iba a la cama sin actuar. Sí, triste, con la ilusión hecha pedazos. Pero aun sin encontrar entusiasmo, todos los días ensayaba. Un día, el principal sufrió un accidente cruzando una calle. Algo menor, pero que le impedía actuar. Llamaron al «under study», quien porque se había preparado estaba listo. Al día siguiente la prensa alabó su actuación y destacó los aplausos del público. En la temporada siguiente, fue protagonista de otro musical.
Los miembros de las fuerzas élites entrenan todos los días y hacen ejercicios de simulación de operaciones especiales que pudieran tener que enfrentar. Su operatividad y su éxito depende de eso.
La rutina hace la perfección. Eso piensa el bailarín que cada día realiza ejercicios y ensayos extenuantes. Eso piensa el deportista que cuida su alimentación y ejercita diariamente su cuerpo y su mente.
La democracia es eso, rutinas. Rutinas cotidianas para estar siempre preparado. Si no estamos preparados para votar, cuando podamos, puede darse que lleguemos a la posibilidad de votar, pero no estemos preparados para hacerlo.
La tiene muy dura y compleja Roberto Picón porque dentro de ese «nido» hay alacranes, ratas, culebras y toda clase de bichos. Pero él no tiene que ceder, tiene que empecinarse. Empezó con retraso y con falencias comunicacionales, pero lleva días con notables mejoras. Picón es un buen tipo y un técnico extremadamente conocedor de la materia electoral. Es un profesional capaz y bien preparado que quiere hacerlo bien. Y eso es oro en polvo. Quizás (porque es un venezolano muy decente) se confundió al principio. Creyó que la maldad se vence con bondad. Y no es así. Se vence con inteligencia.
Yo no tengo hoy la menor idea de si voy a votar el 21 de noviembre. Sé sí que voy a estar preparada para hacerlo. Y creo que todos debemos estar listos. Todos los días reviso la página del CNE para certificar que sigo ahí en el Registro Electoral. Votar es mi derecho. Caray, ni siquiera estoy segura que estaré viva para esa fecha. Y por supuesto que estas elecciones me parecen insuficientes. Deploro las declaraciones de un rector que habló de «medianamente transparentes». Pero que él sea medianamente mediocre no me hace contagiarme de su mediocridad y mentalidad de conformismo. Soy inmune a esas enfermedades. A mí nadie me desvía de mi concepto de trabajar para la excelencia.
Le digo a los jóvenes y no tan jóvenes que no están inscritos en el RE que lo hagan.
Hay que preparar todo y prepararse para votar. Para decidir no votar siempre habrá tiempo.
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