Editorial #675 – En México
El régimen chavista empieza a recuperar espacios internacionales que había perdido
La última vez que Nicolás Maduro salió de Venezuela fue en septiembre de 2019, en una visita exprés a Rusia. Justo un año antes, en septiembre de 2018, visitó China y las Naciones Unidas en Nueva York, en lo que había sido su última gira internacional.
Luego, el mandatario venezolano y otros altos jerarcas del régimen enfrentaron los meses más difíciles en sus 21 años en el poder, ante el desconocimiento de más de 60 países y organismos en el mundo, debido a la ilegitimidad de las elecciones presidenciales de ese año y por las acusaciones judiciales que incluían pedidos de captura internacionales junto a millonarias recompensas.
Nunca el final del régimen chavista estuvo tan cerca en más de dos décadas en el poder. Es justamente por eso que la imagen de Maduro, llegando el sábado en la noche a la ciudad de México para participar en la VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y recibido con todos los honores por el Canciller mexicano, Marcelo Ebrard, es un gran revés para una lucha que ya se está haciendo demasiado larga.
El régimen chavista empieza a recuperar espacios internacionales que había perdido por completo y a obtener el reconocimiento de una comunidad internacional cuyo pragmatismo es mayor a su compromiso con la democracia, la libertad y los derechos humanos. Con honrosas excepciones, por supuesto, como las de los presidentes de Paraguay y Uruguay.
El objetivo de la Cumbre realizada en México, en la cual la mayoría de los líderes de la comunidad de estados latinoamericanos y caribeños criticaron a la Organización de Estados Americanos (OEA) y reiteraron sus peticiones para que los Estados Unidos “cambie su relación con la región”, es fortalecer la alianza de quienes buscan complicidad mutua en la región y fortalecer su proyecto socialista.
No podemos ignorar el hecho de que todo esto ocurre en el mismo lugar en el que se lleva a cabo un nuevo proceso de negociación entre el régimen chavista y los representantes de la oposición venezolana.
Desde el principio advertimos que era impensable que una negociación sobre Venezuela tuviera alguna posibilidad de éxito si el mediador no era neutral. Hoy es innegable que México no lo es. Nunca lo fue.
Por eso, mientras ellos avanzan gracias a sus aciertos, nosotros seguimos retrocediendo debido a nuestros errores.
El ejemplo más reciente de esto es todo lo que en estos días ocurre en México.
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