Cómo sobrevivir a una reunión laboral improductiva
En primer lugar, no hable a menos que se lo pidan. Si lo hace, usted correrá el riesgo de salir de la reunión y que un compañero le diga: “¿Por qué dijiste eso frente a todos sin consultarme? ¿Ves cómo la embarras? Me hubieras consultado antes y te digo que no lo digas”.
Es por ello que, en las reuniones, usted debe estar atento no a las bocas de quienes hablan, sino a los ojos de quienes le rodean. En toda junta laboral improductiva, uno debe aprender a interpretar las miradas, porque existen varios tipos de éstas. Está la mirada de “¿Lo dices tú o lo digo yo?”, para ver quién se lanza a los caimanes por el equipo. Está la mirada de “¡No vayas a opinar de este tema que nos vas a dejar mal a todos!”. Está la mirada de “¿Qué se cree ésta diciendo nuestra propuesta como si fuera de ella?”. Está la mirada de “¡No te quedes callado y apóyame!”. Está la mirada de “Asuman ustedes esta nueva tarea que acaba de poner el jefe porque yo no pienso trabajar más por el mismo sueldo”. Y aparte de todas éstas, está la mirada de la no mirada (que es la mirada del que está revisando su celular pensando que nadie se da cuenta de que lo está revisando).
Así mismo, debe entretenerse sabiendo que, en toda reunión laboral improductiva, existen varios actores que aprovechan la presencia del jefe para desplegar sus plumas cual pavo real en cortejo. Está el que siempre quiere tener el derecho de palabra. Es aquel que, además de querer protagonizar, habla mucho porque no puede pensar en silencio y la única manera de activar sus neuronas es hablando (y a la vez que participa en la reunión tiene a un asistente que le está tomando fotos para después publicarlas en sus redes diciendo: “Los verdaderos líderes inspiran”).
Está la persona que busca explicar algo, pero que en su explicación se va por una rama y luego por otra rama de esa rama y después por otra rama de aquella otra rama, hasta que uno no entiende qué tiene que ver la leche de burra recién ordeñada con la nueva estrategia de publicidad de la empresa.
Todo lo cual lleva a conocer al otro participante de las reuniones: el que siempre se está quedando dormido. Éste es un ser cuya principal motivación en la reunión es vencer el sueño. Sus primeras estrategias suelen ser muy introvertidas. Comienza mordiéndose la lengua muy duro dentro de la boca. Luego pasa a pellizcarse una pierna a ver si eso lo despierta. Después comienza a batir una pierna mientras tensa los músculos del abdomen. Sin embargo, cuando ve que nada de esto le funciona y que ya los párpados le pesan más que la maleta de un venezolano emigrando; entonces pide el derecho de palabra violentamente y habla de pie, inspirado, caminando de un lado a otro y gesticulando con las manos cual si fuera Hitler en Berlin. Mientras todos lo ven y piensan que están ante uno de los actos de oratoria más majestuosos que hayan visto en sus vidas, esa persona solo busca sacudirse el sueño haciendo una Zumba disfrazada.
Para fortuna de todos (y sobre todo para el que no puede más con su sueño), la reunión improductiva llega a su fin. Todos saben que, de lo que se habló, solo se hará un porcentaje parecido al PIB de Venezuela: -10%. Aunque lo que realmente siempre mantiene motivados a los asistentes de toda reunión improductiva es el hecho de salir de la reunión para hacer la otra reunión: la reunión para hablar de los chismes de la reunión improductiva. En ésta, mágicamente todos hablan, nadie tiene sueño, nadie ve el teléfono, todos escuchan a todos y todos se comprometen al 100% con lo que allí se plantee. Incluso hasta el tiempo se pasa rapidísimo, todos ríen y se sienten cohesionados y motivados hasta que, de repente, a todos les llega el mismo mensaje al teléfono: “La semana que viene habrá otra reunión para hacerle seguimiento a los logros de esta reunión”. Entonces todos se desmotivan, ponen caras largas y comienzan a googlear, buscando, a ver si por casualidad existe por ahí algún manual para saber cómo sobrevivir a otra reunión laboral improductiva
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