La fiesta tricentenaria de Maduro Moros
Seguramente confundirá a la opinión pública de otros países, la apacible visita nocturna de Maduro Moros a la sede de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Al parecer, lo comprometió la supervisión de los trabajos de reparación que ha ordenado o consentido para salvarla de una definitiva ruindad.
La universidad a la que no le han dejado colocar unos modestos portones, diferente a las amuralladas sedes gubernamentales, propicia toda suerte de riesgos y peligros al igual que el resto de la ciudad. Sólo depende de un cuerpo de vigilantes desarmados que ninguna resistencia pueden ofrecer, por ejemplo, a la llamada Casa Militar que vela por la seguridad presidencial, capaz de violentar la autonomía universitaria, pues, que sepamos, no fue debidamente autorizada su presencia e incursión en el campus.
La invasión de las maquinarias y de todo el personal técnico, burócratas y contratistas, aparente y sólo aparentemente ha sido pacífica y, aunque buena parte de la vigilancia universitaria simpatiza con el régimen, se ha dicho, poco o nada pueden hacer, como las autoridades universitarias, rifándose las ya consabidas detenciones arbitrarias. Imaginamos que se llevaron el emblemático reloj ucevista para repararlo, en medio de la obscuridad sin que nadie chistara siquiera por una constancia, tejidos los andamios que, a la distancia, se asemejan a la plataforma de entrenamiento flamantemente llamada “Hugo Chávez Frías” de los arruinados bomberos del Nuevo Circo.
En la década de los sesenta del siglo pasado, estallaba el escándalo en los medios por alguna inspección ocular u otra diligencia que se le ocurriera practicar un juez de instrucción, en la ciudadela de Villanueva, ante la comisión de un delito ordinario, para que Jesús María Bianco inmediatamente se rasgara las vestiduras (¿qué dirá hoy su hijo, vicerrector académico?). Recordamos, cuando laborábamos en los tribunales penales, la dificultad para un juez de acordar el traslado de un recluso enfermo al Hospital Clínico Universitario, con la custodia de rigor.
Nada pacífica ha sido la violación del recinto, la invasión y el efectivo allanamiento personalmente encabezado por el presidente y vicepresidente de la usurpación a la UCV, cundiendo el miedo que afecta toda resistencia. Negado el presupuesto, la sede se desploma y, so pretexto de un rentable auxilio, se apersona Maduro Moros planeando su propia fiesta tricentenaria, la de la creación de la universidad en Venezuela
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