Miguelito Jagger y los suyos

A todo evento, la opinión del venezolano y, aún más, si es dirigente político, debe centrarse exclusivamente en las tragedias que azotan al país. Se supone que le está vedado cualesquiera otros tópicos y, con sobrada razón, aquellos que lo hagan sospechoso de una imperdonable frivolidad. No obstante, luce inevitable referirse a sus majestades satánicas con Miguelito Jagger a la cabeza, como solía presentarlo Iván Loscher en su radial programación nocturna de décadas atrás.

Tuvimos ocasión de apreciar una pequeña muestra de la más reciente presentación madrileña (https://apuntaje.blogspot.com/2022/06/cuaderno-de-bitacora.html), cuya versión completa seguramente no tardará en circular por las redes: «Uno no va a ver a los Rolling Stones por escuchar, va por estar, va por vivir. Y, sí, también va por contarlo», expresó Iñako Díaz Guerra ironizando sobre la mejor música, la que no se escucha (“Nada con los Stones tiene sentido”: El Mundo, Madrid, 03/06/2022). Sin duda alguna, constituye una proeza que los prácticamente todos octogenarios, mascando el agua, sigan firmes en el escenario, con un cantante desde siempre tan característico, hiperkinético, desenfadado y hedonista como Mick, cuya interpretación de  “Start Me Up” ha suscitado tantos videos humorísticos, celebrando él mismo a sus imitadores (https://www.youtube.com/watch?v=7ztjy3kIcMY&t=157s), por ejemplo.

El grupo tuvo una importante recepción en Venezuela y una mirada al “hit parade” de la vieja prensa, permite constatar el éxito de sus canciones, aunque no hubiese suficiente mercado para una presentación personal en el siglo XX petrolero. Algo que quizá pudiera ocurrir en lo que resta de centuria, si la banda y el régimen lo agotan, pues, por estos años, los Rolling fueron acogidos en La Habana con la indiferencia británica por la suerte de los insulares, desmintiendo, por cierto, el entusiasmo que alguna vez exhibió Napoleón Bravo, por los rebeldes de una década demasiado lejana: es el texto que  recordamos para un dossier sobre el rock que publicó la meritoria revista Resumen, con título vanidoso (“Visión integral del rock”, Caracas, nr. 110 del 14/12/1975).

Frecuentemente, no pocos realzaban a los Stones como una convincente expresión del antisistema, aunque la banda ha sido por siempre una exitosa empresa comercial, no por radical, ilegítima, que tuvo en su haber – por cierto –  la organización, promoción y realización del trágico concierto de Altamont (1969),  juzgado como violento, racista y machista.  El cantante y la banda, fueron indiferentes a una situación que llegó al extremo del asesinato de un espectador a manos de un integrante del particular equipo de seguridad del evento californiano, como Philip Norman lo ha señalado al acentuar la insensibilidad del intérprete (*).

Por supuesto, nuestro país se mantiene muy distante de las novedades musicales del resto del planeta y de los comentarios que suscitan, tragado por otras majestades satánicas.  Va diluyéndose lentamente la agrupación, olvidado el mito juvenil de los años sesenta, prefiriendo hacerlo en el escenario antes que en el hastío hogareño.  

(*)              «IT IS THE darkest of all rock legends: how at a Rolling Stones concert at Altamont, California, in December 1969, an inoffensive audience member was stabbed to death by Hell’s Angels while, a few feet away, Mick Jagger sang “Sympathy for the Devil,” as usual not giving a fuck. And how the magic decade which the Beatles had defined with melody, charm, and laughter was seen off by him and his band amid violence, chaos, and callousness. Almost everything in the legend is untrue, especially the part about Mick’s attitude. In fact, the horrible Altamont episode only came to pass because he did give a fuck». Vid. Philip Norman (2012) ”Mick Jagger”, HarperCollins Publisher, NY: 474 s

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