Laboratorio filipino

Quizá ni tan consabido, no hace mucho ganó las elecciones realizadas en la lejana Filipinas,  una fórmula bastante particular encabezada por “Bongbong”,  apodo del hijo homónimo de Ferdinand Marcos, antiguo y universalmente despreciado dictador,    seguido  por Sara Duterte-Carpio, hija del otrora presidente Rodrigo Duterte, adalid de la antipolítica todavía en auge por aquellos predios.  Puede decirse de una novedosa fórmula dinástica que a la postre probará con la alternancia del poder que finalmente monopolice.  

Para nuestro asombro, versamos sobre un país cercano a los 300 mil Kms2, conformado por más de siete mil islas, para más de cien millones de habitantes  también bajo el asedio del narcotráfico que, por cierto, sirvió de pretexto al ex – presidente Duterte para incurrir en delitos de lesa humanidad bajo  investigación de la Corte Penal Internacional.  Acotemos, afectando la vanidad petrolera de los venezolanos, según una fuente de libre acceso como Wikipedia, Filipinas tiene un PBI nominal de USD 402.638 millones (2021), con un ingreso per cápita de USD 3.646, mientras Venezuela tiene un PBI nominal de USD 44.893 millones (2021), con un ingreso per cápita de USD 1.627.

The Washington Post, recibido regularmente por la generosidad de nuestro amigo Luis Velásquez, ha dedicado importantes reseñas a la situación que afecta al país del sudeste asiático, incluyendo el regreso de toda la familia Marcos que ha provocado un profundo impacto, dividiendo a los filipinos. Añadida la corrupción administrativa y el despilfarro extravagante de las élites del poder,  fueron demasiados los crímenes impunes. 

El asunto debe llamar nuestra atención, porque toda reconciliación nacional que no consigamos por virtud de la justicia realizada, es y será un artificio que contaminará y agravará una convivencia sostenida, además, por escasos alfileres. Creemos en el arrepentimiento y en la inmensa bondad del perdón, mas no en el craso olvido que más temprano que tarde pasará factura, con notales y crecientes abscesos del proceso político.

Hay herederos de perseguidos, torturados y asesinados por el dictador Marcos, ahora entusiastas ante ese aparente reencuentro de los filipinos. Y también los que, poco a poco, ya no podrán siquiera reclamar, pues, era de suponer, la familia Marcos cuenta con una celosa protección oficial. 

La noticia nos tienta a indagar sobre el regreso de los herederos de muchos dictadores latinoamericanos al país que arteramente sojuzgaron y saquearon, aunque – en el caso venezolano – creemos que jamás suscitó escándalo alguno. Recordamos sólo haber visto, por ejemplo, una que otra nota de curiosidad con la visita a Venezuela de las hijas de Pérez Jiménez y, suponemos, la estancia anónima de familiares directos y contemporáneos, acaso, posiblemente con alguien de la tercera o quinta generación deseoso de conocer  brevemente al país de sus orígenes; posiblemente, ocurrió algo semejante en el resto de América Latina, aunque debamos observar el fenómeno tan peculiar del peronismo que, faltando poco, encontró expresión en un sector de la izquierda subversiva.

Lo cierto es que, Filipinas, es un importante e interesante laboratorio político y social al que debemos prestarle atención, camino a convertirse en un satélite chino cuando lo fue de Estados Unidos. Pudiera convertirse en una suerte de región especial dependiente de Pekín (todavía nos cuesta escribir Beijing), cual Puerto Rico en versión mejorada, o desoccidentalizarse a largo plazo, bajo influencia musulmana, pero importa no perderla de vista. 

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