Del vigésimo congreso de los comunistas chinos
Marcada una relación neocolonial con nuestro país, importa conocer en todo lo posible sobre lo que ocurre en China. Tratamos de un mudo gigantesco, o de un gigante mudo, que muy poco o nada revela de sus intimidades, y tan sólo habla por su tasa de crecimiento, los avances tecnocientíficos y, lamentablemente, la pandemia a la que le dio origen.
Por cierto, apartando a los menos visibles ejecutivos de las transnacionales, en Venezuela se ha notado la disminución de la frondosa migración china que se estableció acá (distinta a los tiempos de la II Guerra Mundial), por numerosos años de la presente centuria, ocupándose del comercio al detal de los abundantes productos importados de Asia. Se ha dicho de una mano de obra barata y transhumante que, nada casual, pronto nos abandonó al despuntar apenas nuestra crisis humanitaria compleja, con un muy escaso o inexistente arraigo.
Los más variados medios de comunicación nos transmiten las mismas escenas del XX Congreso del Partido Comunista Chino, aun cuando buscamos gráficas alternativas empleando otros idiomas (por supuesto, también con el chino tradicional y el simplificado). Alrededor de 2.300 delegados, se ha dicho, replican la apabullante presentación en escena que acostumbraban los soviéticos, ofreciendo el impresionante paisaje de una multitud rigurosamente ordenada que lleva las riendas del partido, aunque todos sabemos que se reduce a un disciplinado destacamento de líderes y tecnócratas que revalidarán la secretaría general de Xi Jinping, el indudable protagonista del pulcro espectáculo que ya se ha dirigido a la ciudad y al mundo en trance de dominar, … si lo dejan, dentro y fuera de casa.
Curioso país comunista de cinco regiones capitalistas en las que se realizan las zonas económicas especiales, capaces de mantener al régimen continental negador de las libertades fundamentales del hombre, con otras regiones de una pobreza extrema y minorías sojuzgadas. A partir de los setenta del veinte, martirizada por Mao Tse-Tung, el inmenso país asiático experimentó grandes transformaciones que no avistaron los fanáticos maoístas del patio, abriéndose amablemente Pekín con los partidos democráticos venezolanos hasta que el nuevo siglo centró su relación con el PSUV, luego que Chávez Frías les entregó nuestra soberanía como ellos jamás lo hubiesen imaginado.
Tenemos la impresión, en el caso venezolano han sido más severos, estrictos y hasta agresivos en su relacionamiento con un régimen al que saben irresponsable e inexorablemente ligado a la suerte de la superpotencia, como jamás lo estuvo Venezuela con Estados Unidos, por ejemplo. Empero, aunque el discurso de Xi Jinping tuvo por destinatario fundamental al partido, esperando los especialistas para el resto del planeta el resto del planeta una combinación con un poco más de poder blando con menos del duro, procurando el entendimiento en lugar de la coerción, e inducir más que ordenar, en el esfuerzo de un reacomodo más cooperativo. Por ello, inexpertos en la materia, apelamos a un experto como Taylor Beith, quien se basa en el término acuñado por Joseph Nye en los noventa, como el de “poder blando”, asegurando que el marxismo-leninismo de Xi Jinping es más de “boquilla”, disminuyendo la dureza en casos como el del Tibet y, pragmático, focalizándose en las personas e intereses públicos [*].
Recientemente, el amigo Luis Alfredo Velásquez moderó una entrevista realizada con Oswaldo Agatiello y Alfredo Carneiro, orientándonos en torno a la complejidad del asunto chino [**]. Complementado con un “podscat” de Velásquez, nos impusimos de varias facetas: un libreto muy rígido para el congreso comunista, la necesidad de acercarse más a occidente y concretamente Europa, la de solventar los peligrosos problemas fronterizos con La India, la institucionaización de las células del partido en las empresas, el cambio climático, las tensiones internas generadas por el llamado Covid-0, etc.
Todo parece remitirnos a un congreso inflexible y preestablecido en el que, además, por el número de sus delegados, es demasiado difícil la libre deliberación, a menos que se acepten vocerías representativas de determinadas diferencias que pudieran catalogarse de tendencias. Fue expulsado del evento el expresidente Hu Jintao, aunque no notamos el empleo de la fuerza, al menos, bruta para ello, como se ha dicho (https://twitter.com/Datoworld/status/1583779285663240192?t=J8Yp3KGg5fsFMrMETUgwkA&s=08), indicando que no caben las sorpresas.
Valga acotar, la necesidad de contar con sinólogos en universidades y partidos políticos, entidades éstas, es necesario reconocerlo, que se han desespecializado paulatinamente en el XXI, siguiendo el ritmo marcado por el status quo. Posiblemente, sea significativo el porcentaje de dirigentes políticos que ha visitado a China, en ambas aceras, pero tememos que ha de ser extraordinariamente reducido el número de los interesados más allá de los gratos recuerdos turísticos; claro está, con excepción de los sectores oficialistas que han hecho, hacen o desean hacer negocios con los asiáticos.
La extrema habilidad del llamado socialismo del siglo XXI, es la de copar y, esencialmente, banalizar la agenda pública de los problemas, a pesar de las desgracias ocurridas por las más recientes lluvias ante las imprevisiones oficiales. Las vicisitudes chinas, tengan que ver directamente con nosotros o no, son ajenas al temario político opositor que muy bien las puede abordar al mismo tiempo que la realización de las primarias u otras que forman parte de una diatriba esencial y preocupantemente digital, dada censura y el bloqueo informativo reinantes.
[*] “»Inheriting the legacy Tibet Question, Xi Jinping has both applied pressure and charm to Tibetans in China and around the globe. Ãrough a unique combination of soft and hard power channels, his approach to the wayward plateau falls somewhere between the totalitarianism of Xinjiangand the tenuous Cross-Strait relationship (…) But upon closer inspection, there is hardly any actual ideology in Xi Jinping Ãought. Its 14-point policy pays lip service to ´socialist core values´ in accordance with Marxist-Leninist Ãought and takes a peoplecentric approach to the public interest, but these vague guidelines are as far as it goes”. Vid. Taylor B. Beith (2022) “The dragon´s silver tongue. Chinese soft power in the age of Xi Jinping”, Amazon: 294, 298.
[**] (2022) “XX Congreso del Partido Comunista Chino”, 10/10, en:
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